Cáritas pone el dedo en la llaga sobre las estadísticas de empleo que camuflan la severa pobreza en Sevilla


Ni la recuperación económica de la que hablan los gobiernos ni la mejora de los índices de desempleo está sirviendo para mejorar la pobreza que viven muchas familias sevillanas. Así lo pone de manifiesto Cáritas Diocesana en su último informe anual, de 2016, presentado por Mariano Pérez de Ayala, presidente de Cáritas en Andalucía, y Auxiliadora González, secretaria general de Cáritas en Andalucía.

Así, como recoge esta información de El Correo de Andalucía, si bien en 2016 descendió un 3% el número de familias atendidas por Cáritas, la institución alerta de una “desagradable paradoja, la cronificación de la pobreza de miles de familias sevillanas”. Al respecto, Pérez de Ayala recordó que “Sevilla es la quinta capital de España con mayor tasa de población en riesgo de pobreza, el 32,2% de sus habitantes (unas 223.000 personas)”.

En este sentido, Sevilla bate el «triste récord» de contar con tres de los cuatro barrios más pobres de España. Tal y como informa aquí Diario de Sevilla, “a la cabeza se encuentra Tres Barrios-Amate (donde destaca Los Pajaritos), con una renta media de 12.614 euros al año. Le sigue Las Tres Mil Viviendas (Polígono Sur), con 12.777 euros por hogar. El cuarto puesto es para Torreblanca, que roza los 15.000 euros. Además, el octavo puesto es para Las Letanías; el décimo para el Polígono Norte; el undécimo para el Cerro del Águila y Su Eminencia; y el decimotercero para el Polígono San Pablo. “Esta situación, ligada a la pérdida de puestos de trabajo, a las rentas bajas y a la falta de oportunidades, hace que Sevilla destaque como una de las ciudades con mayor desigualdad entre sus barrios más ricos y más pobres”,  según se cita en la memoria de Cáritas.

Por otro lado, Cáritas alertó sobre las altas tasas de desempleo que azotan a toda la provincia. El año pasado se cerró con 251.000 parados, una tasa del 26,37%.  “La “alta temporalidad y gran precariedad” del mercado laboral sólo contribuyen a acentuar la fractura social, de tal manera que ya ni el acceso a un trabajo supone una garantía para salir progresivamente de la pobreza. “Se accede a un trabajo, pero es de tan baja calidad que muchas personas deben seguir recurriendo a las parroquias de Cáritas o a los servicios sociales” para cubrir sus necesidades más básicas porque el sueldo no les llega”, concluyen.

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