El calvario de los clubes deportivos sevillanos que no son de fútbol


“Los cambios de la estructura financiera sucedidos en los años precedentes, la escasez de ingresos de las administraciones, que buscan priorizar en gastos perentorios, y los raquíticos patrocinios privados están provocando una reconversión del deporte”. Así lo señala en este interesante informe el periodista Miguel Lasida en Diario de Sevilla, que a su vez es un indicador de desarrollo social y de calidad de vida en la ciudad, permitiendo establecer comparaciones con otras ciudades y otras provincias y comprobar cuál es el nivel de la sociedad sevillana en los deportes federados, cuál es la articulación social a través de sus clubes o qué capacidad tienen para estructurar el deporte de base y la participación en las competiciones nacionales.

Por desgracia, dejando al margen el fútbol, el resto de deportes siempre ha estado muy por debajo del potencial que se le presupone a una ciudad que es la cuarta en población de España, y que es la capital de la región más poblada de España. Este informe acredita cómo sigue siendo penosa la endeblez estructural y económica de los clubes que fomentan, muchas veces de modo heroico, deportes como el balonmano, el baloncesto, el waterpolo, el rugby, el voleibol, etc. Y sufren el calvario, frustrante para los jóvenes, de que su nivel deportivo se ve lastrado por la falta de dinero para poder competir en las ligas principales. Problema que también es achacable a la indolencia del tejido empresarial y social.

Eso ocurre en la ciudad que tiene tres estadios con capacidad cada uno para más de 50.000 espectadores. Descomunal y onerosa duplicidad. Donde el Estadio de la Cartuja, inaugurado en 1999, es el monumento a la infraestructura de máxima calidad para el mínimo rendimiento.

En baloncesto, por ejemplo, el periodista señala el “caso paradigmático” del Betis Energía Plus, un club que “tras los años dorados del Caja San Fernando y del Cajasol pasó entonces a ingresar el capítulo de gastos de la Caixa, que, tras varias temporadas de intentos, logró adjudicárselo el pasado verano a dos grupos sociedades: el Real Betis Balompié y la empresa eléctrica Energía Plus”.  Una situación que ha llevado a “lo nunca visto en sus tres décadas de existencia, el descenso a la LEB Oro”. También perdiendo posiciones está el Esquimo, el club de voleibol de Dos Hermanas, que, como apunta Lasida  “anunció esta semana su renuncia a participar la temporada que viene a su plaza en la Superliga, la máxima categoría nacional, en la que llegó a disputar el play off por el título en su campaña de despedida”. Igual en rugby donde “dos descensos resumen el annus horribilis de los dos clubes hispalenses, el del ya desaparecido Helvetia Rugby -el Universitario, el Mairena y el San Jerónimo- y el Fundación Cajasol Ciencias, el Ciencias de toda la vida”.

En bádminton, “sin un patrocinio privado de entidad desde la 2013-14, el mérito del Rinconada se basa en que no ceja en su empeño de lograr el campeonato nacional”. Por su parte, “el caso del Fundación Cajasol Híspalis en tenis de mesa es semejante al del Rinconada. Con dos equipos en las máximas categorías -el sénior masculino y el femenino-, la entidad sevillana ha tenido que renunciar a jugar la competición europea debido a los altos costes”. Por último, Lasida apunta la extrema situación en la que está el Club Waterpolo Sevilla, “que a punto ha estado de ascender a la máxima categoría nacional en su posible última campaña en la élite” pero donde “ni siquiera la excelencia procura la salvación».

 

Foto: MJ López Olmedo/EFE (Diario de Sevilla)

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