En los últimos meses, han sido cuatro los festivales que han dejado de celebrarse en Sevilla: Alamedeando, ZEMOS98 y, en los últimos días, Turina y Territorios. Nos parece interesante, a colación de estas importantes pérdidas, compartir este análisis, ponderado y reflexivo, de Sergio Harillo, quien está fomentando la difusión de la actividad cultural de Sevilla desde su blog y su cuenta de Twitter Cultura de Sevilla:
La cultura sevillana hace aguas
¡Qué exagerado! ¿¡Cómo se puede poner un titular así?! Pues voy a intentar explicarlo a ver si llegáis a la misma conclusión que yo. Cuando ayer vi por las redes sociales que el Festival Territorios cancelaba los conciertos apenas dos días antes de que comenzasen, fue esa precisamente la imagen que se me vino a la cabeza: ‘la cultura sevillana hace aguas’.
En una ciudad como Sevilla con más de un millón de habitantes (siempre cuento el área metropolitana porque al fin y al cabo todas esas personas también hacen vida en la capital) es normal y hasta cierto punto sano, que algunos proyectos desaparezcan y al mismo tiempo surjan otros nuevos, no es más que una señal de cambio y evolución, como apuntaba ayer @Toni_Marco en Twitter cuando compartí la noticia de la suspensión de Territorios. Lo que según mi punto de vista no es tan normal es que la cultura sevillana, en general, viva siempre con la espada de Damocles en el cuello. Prácticamente el 90% de las iniciativas culturales sevillanas viven no sólo al día, sino al límite, sin saber hasta cuándo van a poder aguantar. Veamos algunos ejemplos.
En los últimos meses han sido cuatro los festivales que han dejado de celebrarse en Sevilla: Alamedeando, Zemos98, Turina y ahora Territorios. Otros se quedaron por el camino y los que resisten lo hacen gracias a las subvenciones municipales. ¿Qué sería del Mes de Danza, el Circada o el Fest si no tuvieran un respaldo económico municipal cada año? ¿Serían viables los festivales de cine o de Música Antigua si no los organizara el propio Ayuntamiento? Seguramente el único festival rentable económicamente sea la Bienal de Flamenco, a pesar de que también cuenta con un presupuesto municipal holgado. A los festivales podríamos sumar la situación del Museo Arqueológico, la del Bellas Artes, la del Costumbres Populares, el cierre de la Sala Turina, el derribo de la Sala Apolo, el reciente cierre de la librería Beta de la calle Sierpes, la situación de asfixia económica que viven el Teatro de la Maestranza y la Real Orquesta Sinfónica a la que amenazan con nuevos recortes que terminarán por hacerla inviable… y así podríamos seguir enumerando proyectos y más proyectos que están o han estado en la cuerda floja.
¿Qué falla? No creo que sea cuestión de subvenciones y presupuestos municipales, las instituciones no tienen que estar apagando fuegos constantemente y los proyectos privados no deben depender del dinero público. Una cosa es colaborar y otra es organizar una actividad privada con dinero público. ¿Entonces? ¿Cómo lo hacemos? Habría que reflexionar. Y mucho.
Personalmente creo que el continuo ataque que desde los Gobiernos se ha hecho contra la Educación es uno de los factores que influyen en la línea de flotación de la Cultura. ¿Qué tiene eso que ver? Pues mucho. Cuando desde el Gobierno planteas que las disciplinas artísticas no sirven para nada, eliminas la música, la filosofía o el arte de los estudios básicos y fomentas que lo importante son los trabajos ‘productivos’, terminas creando una generación que no sabe valorar la música, el arte o el teatro. De aquellas lluvias vienen estos lodos. Si no se crean nuevos públicos, ¿quién va a llenar los teatros, los museos y los auditorios? Nadie. Y ya puestos podemos sumarle la subida del IVA cultural que tantísimo daño ha hecho al sector.
Segundo problema, la altísima tasa de paro que tenemos en nuestra ciudad. Cuando no tienes dinero ni para llegar a fin de mes o para pagar la luz, ¿cómo te vas a permitir el lujo de ir al ballet o a una obra de teatro? Y aquí pongo mi propio ejemplo personal. Llevo más de dos años en paro, encadenando pequeños trabajos que surgen de manera esporádica. Claro que me gustaría ir todos los fines de semana al teatro, claro que me gustaría sacarme el abono de la Sinfónica, por supuesto que iría a Territorios o a Nocturama. Pero no puedo, así que me tengo que conformar con ir ahorrando poquito a poco para poder ir a cosas contadas que no quiero perderme o tirar de la amplia oferta cultural gratuita que hay en la ciudad. Pero lo que sale gratis al usuario hay que pagarlo por otro lado y volvemos al bucle de los presupuestos públicos.
Y por ir cerrando el post y que no se haga excesivamente largo hay que hablar de la difusión y la divulgación. Cuando hablo con gente que se dedica a la Cultura en otras ciudades españolas y les pregunto qué imagen tienen de Sevilla, ninguno destaca su agenda cultural y por supuesto no conocen muchos de los proyectos que aquí se desarrollan. Si el festival Turina, el Territorios o el Mes de Danza tienen que vivir de los sevillanos, no hay manera de que salgan adelante. Hay que atraer a gente de fuera interesada en nuestras propuestas culturales de la misma manera que la gente va a Madrid a ver la exposición de Ingres o a Barcelona al Sónar. Lo he dicho muchas veces en el Blog, la imagen que estamos exportando de Sevilla no es la de una capital cultural y tenemos que trabajar en eso muchísimo si de verdad queremos que la cultura sea un motor potente en nuestra ciudad. Apostamos muchísimo por el turismo pero el turista que llega a Sevilla no está interesado en nuestra oferta cultural, sólo viene por la imagen que vendemos de la ciudad. Para construir una marca hay que trabajar desde la base y evidentemente cuando tus proyectos culturales, tus festivales y tus museos malviven, ¿qué imagen vas a proyectar al exterior? El Museo Arqueológico de Sevilla [en la imagen superior] ha salido en medios de todo el mundo gracias a las monedas que han aparecido en Tomares, ahora imaginaos la cara de una persona interesada en la cultura (que suele ser muy exigente) que llega a Sevilla, se acerca al Museo Arqueológico y se encuentra un cartel que dice: ‘Salas de Prehistoria cerradas por problemas técnicos’, el edificio medio apuntalado y con redes para evitar desprendimientos y una museografía de hace 50 años. Esa es la imagen que estamos dando y ése es uno de nuestros grandes errores en la proyección cultural de la ciudad.
Por supuesto habrá quien considere que este post es tremendamente negativo y que la realidad es completamente diferente. Es posible, hablo desde mi propia experiencia personal y después de muchos años analizando el sector cultural sevillano. Es cierto que tenemos una oferta cultural muy rica y variada, pero ¿de qué nos sirve si tenemos que ir apuntalando cada proyecto para que no se nos caiga? Esto es como el que vive en un palacio inmenso lleno de goteras y muros que se caen, tendrás una fachada espectacular, pero mejor no entres en algunas de sus salas porque se te puede caer el techo. A lo mejor tenemos que plantear una programación más ajustada a la realidad cultural sevillana y apostar por menos para que tengan más. O plantear las cosas de otro modo. Reflexionar al fin y al cabo y no mirar siempre para otro lado.
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