Cifras y análisis para entender cómo los empresarios sevillanos de hostelería a veces saben competir o a veces quieren ser rentables gracias a un trato de favor


Hay ocasiones en las que autoridades, partidos, agentes sociales y comentaristas de la actualidad se suman a determinadas corrientes de opinión sin contar con los datos necesarios para un análisis complejo del asunto. Es el caso de lo que ocurre con el tema de la posible viabilidad para los establecimientos de hostelería en las calles emblemáticas del centro de Sevilla en función de tener o no veladores. Así como la capacidad o no que tienen para competir las empresas sevillanas de ese sector, y las del pequeño comercio en general, ante la fuerte presión que ejercen las grandes marcas nacionales e internacionales para ocupar mediante franquicias o gestión directa las calles con más gancho comercial para los transeúntes.

Para abordar convenientemente la cuestión, en la que se relacionan muchos factores, y mejorar la perspectiva sobre ellos recomendamos conocer los datos del análisis elaborado por Manuel Jesús Florencio en Andalucía Información sobre dos casos que se han producido simultáneamente a ambos extremos de la calle Sierpes. Por un lado, los datos sobre Confitería La Campana, prestigioso establecimiento, que exige al Ayuntamiento de Sevilla un trato de favor para disponer de más veladores. Y por otro lado, los datos sobre cómo el Grupo Robles, otro de los referentes de la hostelería sevillanaha conseguido mantener la gestión del Laredo, igualando la oferta que había hecho Starbucks al Ayuntamiento para cuadruplicar el pago del canon a las arcas públicas por la cesión del emblemático café-bar, sito en un edificio de propiedad municipal.

Así, en el caso de la Confitería La Campana el periodista apunta en este análisis, que la amenaza de despedir a 40 empleados por la cuestión de los veladores es un mecanismo de presión porque, explica, “el gerente declaró a Radio Sevilla que esos 11 veladores le reportaban unos ingresos diarios de 1.500 euros, por lo que al año serían 547.500. A cambio, pagaba al Ayuntamiento una tasa anual de 1.900 euros. Dicho de otro modo, por cada velador abonaba 172,70 euros anuales y cada uno le generaba un ingreso de 49.772 euros. Aun descontando los gastos de personal en el supuesto de que cada velador estuviera atendido por un camarero con contrato fijo acogido al convenio del sector de la hostelería (Anexo II. Tablas Salariales. Nivel tercero. Camarero o Sumiller. Cafetería de máxima categoría: 1.111,56 euros/mes) o al de Confitería (no existe la figura de camarero y según la Tabla Salarial del Anexo I el sueldo más alto es, en el área de fabricación, de 1.008,40 euros/mes), y considerando también el coste de las consumiciones, podría estimarse que cada velador dejaría un beneficio cercano a los 30.000 euros”.

Igualmente, se señala la contradicción del propietario cuando “en octubre de 2016 declaró a ABC que los 11 veladores sitos junto al quiosco producían el 70% de la facturación de su negocio y que cada tres veladores suponían un puesto de trabajo. Conforme a sus palabras, la supresión de los once veladores tendría que afectar, teóricamente, a 3,6 empleos, pero en su pancarta dice en tono catastrofista que 40 trabajadores (toda la plantilla) acabará en el paro”.

Por otro lado, en lo que respecta a Robles, Manuel Jesús Florencio recuerda que se adjudicó el bar Laredo a cambio de pagarle al Ayuntamiento un canon de 30.000 euros anuales (2.337 euros al mes más IVA). Al expirar el contrato, el gobierno local convocó un nuevo concurso con un canon de salida de 30.000 euros anuales. Starbucks ofreció 114.000 euros (IVA aparte). Robles ejerció “su derecho preferente e igualado la oferta de la multinacional, por lo que continuará explotando el Laredo durante 15 años más”. Algo que desde su punto de vista indica que “el debate, por tanto, no hay que centrarlo tanto en los veladores como en el espacio público de todos que ocupan y a cambio de qué precio (172 euros anuales por un velador en la Campana), unas cantidades tan bajas que han permitido grandes plusvalías a unos  empresarios que se erigen a sí mismos como patrimonio histórico cultural de Sevilla,  sin que esos espacios dejen  ingresos significativos en las arcas municipales que destinar a paliar las muchas carencias que sufre la ciudad”.

Foto: ABC de Sevilla

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