Desde ISA te ofrecemos algunas de las claves que se expusieron ayer miércoles 12 de febrero durante el coloquio ‘«ME» de niño, «NA» de solo. Los menores inmigrantes: testimonios, red social de apoyo y régimen jurídico de protección’. Acudieron personas de diferentes perfiles profesionales, estudiantes universitarios, representantes de asociaciones y adolescentes africanos acogidos en centros de menores, que llenaron el Salón de Grados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla. El encuentro estuvo organizado por nuestra Asociación, en colaboración con la Cátedra Unesco de Derechos Humanos e Interculturalidad de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) y la Asociación Compartiendo Vidas. El programa ‘Europa 2020’ de RTVE, emitido el viernes 14 de febrero, incluyó imágenes del acto y el testimonio de Youla Moise Syler, como parte de una información más general sobre la actualidad política y judicial europea en relación a la entrada de inmigrantes en Europa. Se puede ver en este enlace del minuto 4:39 al 5:12.
De esta manera, y siguiendo la línea iniciada con el coloquio ‘Howard Jackson: la fuerza subversiva de la risa y el derecho, de niño soldado en Liberia a vendedor ambulante y estudiantes de Derecho en Sevilla‘, celebrado el pasado 20 de noviembre (en este enlace se puede ver el video completo), el objetivo del encuentro era que se expusiera y conociera con conocimiento de causa y rigor otro importante tema de debate legal, ético y social: la acogida e integración de adolescentes extranjeros que llegan a España poniendo en riesgo su vida porque más peligro supone quedarse en sus países.
En la mesa redonda intervinieron:
Youla Moise Syler, nacido en Costa de Marfil, quedó huérfano a los 16 años de edad y se vio obligado a buscar fortuna en Europa. Tras llegar a España en patera, fue internado en el Centro de Menores Manuel de Falla, en Jerez de la Frontera. Recientemente ha alcanzado la mayoría de edad y ha sido admitido en un programa formativo en costura y confección de la Fundación Don Bosco, en Sevilla.
Paula Soler, presidenta de la Asociación Compartiendo Vidas, de Cádiz, dedicada a promover los intereses de los menores extranjeros no acompañados y jóvenes extutelados. Compartiendo Vidas está compuesta por personas voluntarias que ofrecen su tiempo, sus conocimientos y su esfuerzo para poder fomentar la inclusión de estos jóvenes en la sociedad en la que se encuentran.
Enrique Soler Santos, graduado en Derecho y en Administración de Empresas, colabora con la asociación Compartiendo Vidas en cuestiones jurídicas.
Moderó Ruth Rubio, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, y coordina la Cátedra Unesco de Derechos Humanos e Interculturalidad en la Universidad Internacional de Andalucía. Es también socia de ISA.
Comenzó el coloquio con la exposición de Enrique Soler sobre el derecho fundamental a no sufrir discriminación, recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU. A este respecto, Paula Soler afirmó que «a pesar de que puede parecer que el derecho a no sufrir discriminación está superado, la realidad es que sigue sucediendo. Muchos jóvenes nos preguntan que por qué cuando suben al autobús, las señoras se agarran el bolso. Son niños y no entienden estas situaciones». Youla Moise Syler aseguró que, en los centros de menores, algunos educadores les tratan mal: «Nosotros no conocemos nuestros derechos y, cuando se producen estas situaciones, no sabemos a quién contárselo».
Gravísima anomalía: no conceder permisos de residencia para trabajar
Con respecto a la obtención del permiso de residencia, Paula Soler explicó que, cuando los menores llegan a España, pasan a ser tutelados por la Administración. Y es en los centros de acogida donde tiene que gestionarse el permiso de residencia. «Sin embargo, nos encontramos con que los jóvenes salen de los centros de menores sin NIE, sin permiso de residencia o, en los casos más graves, sin pasaporte. Esto significa que, al cumplir 18 años, pasan a una situación irregular, abriéndose ante ellos un mundo de incertidumbre y estrés». Esta situación impide a los jóvenes acceder a un trabajo, vivienda o formación. Además, para obtener el permiso de residencia que permite trabajar, «debe haber un empresario que se ofrezca a hacer un contrato con determinadas condiciones», aseguró Paula Soler. «Es totalmente incongruente que haya permisos de residencias que no permitan trabajar. No se les puede pedir que sean autónomos, y no puedan buscar un trabajo», añadió.
En este sentido, Ruth Rubio se preguntó si, más que una ineficiencia burocrática, «no hay cierto cinismo por parte de la Administración para no otorgarles el permiso de trabajo. La lógica que subyace es que tienen que hacerse cargo de ellos cuando son menores, pero los tratan como a cualquier mayor cuando cumplen 18 años».
Para Youla Moise Syler, «el proceso de obtener la documentación es muy difícil, incluso en nuestros propios países. Cuando queremos hacernos un pasaporte, la Embajada no nos lo da». Con respecto a la formación, explicó que está realizando un programa de costura y confección en la Fundación Don Bosco de Sevilla, pero mostró su inquietud ante la situación en la que se encontrará cuando finalice las prácticas, ya que aún no tiene el permiso de residencia, necesario para buscar trabajo y vivienda.
En el coloquio también se habló del derecho a la educación que, en España, a partir de los 16 años no es obligatorio, pero sí un derecho. En este sentido, Paula Soler expuso la necesidad de que los menores se formen en español e idiomas: «La formación que se les da en los centros de menores la realizan voluntarios, no profesionales. Y hay que tener en cuenta que los chicos tienen diferentes nacionalidades. La educación es fundamental». A este respecto, Youla Moise Syler explicó que en los centros de menores hay niños que quieren estudiar, pero en muchos casos no pueden porque no saben español.
Saturados centros de menores, con dos adolescentes por cama
Los ponentes también hablaron del derecho a la privacidad y de la saturación que se vive en muchos centros de menores. Paula Soler aseguró que «es incoherente que existan centros de menores que parecen cárceles en lugar de casas. No se puede vivir con 8 o 10 chicos por habitación, o dos adolescentes por cama». Una situación que confirmó Youla Moise Syler: «Puede haber habitaciones en las que viven cuatro niños, y, en función de la personalidad de cada uno, se pueden crear conflictos».
Al final del encuentro, también se trató el tema del derecho a la salud de los menores migrantes. Ruth Rubio expuso cómo «los niños llegan totalmente traumatizados y no reciben atención psicológica». Paula Soler puso como ejemplo a jóvenes que, cuando consiguen el permiso de residencia y trabajo, «se derrumban. Es un duelo postergado porque no han recibido atención psicológica». En este sentido, abogó por favorecer una mediación con sus familias de origen.
Por último, Youla Moise Syler aseguró que quiere quedarse en España porque es un país que le gusta mucho. Pero también quiere regresar a su país, Costa de Marfil, donde vive su hermana: «Llevo muchos años fuera. Echo de menos a mi hermana, a mis amigos y a mi tierra».
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