Reproducimos a continuación el texto integro del discurso que con ocasión de la entrega de los XVI Premios ISA realizó Carlos Gómez Camacho (uno de nuestros socios fundadores) en nombre de la entidad. En el texto se resumen la ideas esenciales sobre las que se fundamenta Iniciativa Sevilla Abierta.
Hace una semana la directiva de ISA tuvo la osadía de pedirme «una breve intervención de 5 minutos para abogar por la importancia de la sociedad civil en el contexto actual (global, nacional, regional y local) de debilitamiento de la participación ciudadana, decadencia de los sistemas democráticos y potenciación de la polarización» y yo he cometido la imprudencia de aceptar: «los dioses castigan a los imprudentes accediendo a sus deseos» y estoy ahora ante ustedes, debiendo honrar a los premiados, dejar bien a ISA y agradecer de alguna forma la presencia de todos ustedes en este acto.
En este acto de entrega de los premios de Iniciativa Sevilla Abierta a Asociación Sevilla Quiere Metro y Fundación Cristina Heeren, metro y flamenco, espacio y tiempo, «Medida y compás»… El Metro, Sevilla precisa no ya kilómetros sino miriámetros de líneas en el espacio de la ciudad, que nos ayudan a gestionar mejor el único recurso verdaderamente irreversible, el tiempo. El Flamenco, cuando el pellizco nos retuerce las entrañas, nos muestra destellos de la consciencia universal, nos acerca a los espacios infinitos que nos decía Lole.
Pero supongo que yo debo hablar de leyes propias, democracia, igualdad ante la ley, cargos públicos por mérito y no por clase o riqueza, ciudadanos libres ante el Estado, tolerancia a la privacidad, obediencia a las leyes escritas, honra a las no escritas. Claro que también habré de considerar los esparcimientos, juegos y fiestas, edificios señeros, productos importados… ser una sociedad abierta. Para ello, confianza en el valor propio, educación adecuada, autosuficiencia cuando sea precisa, actitud relajada, valentía natural, no preocuparse antes de tiempo, actuar cuando llegue el momento…
Todo esto me resuena, me parece conocido… como desde hace 2455 años: ¡Ah, claro!, es una enumeración del Discurso Fúnebre de Pericles, en versión de Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, libro II, 35 a 46. Afortunadamente el azar me acaba de regalar un post de Radio Nacional de España de «Locos por los Clásicos» de Emilio del Río, que me ha servido para hilvanar esta presentación.
Y ya que estamos, como no hablo mejor que Pericles ni escribo mejor que Tucídides, permítanme que les muestre mi respeto a todos (premiados, acompañantes, miembros de ISA y ambos autores) compartiendo la literalidad de un corto párrafo:
«Amamos la belleza con sencillez y el saber sin relajación. Nos servimos de la riqueza más como oportunidad para la acción que como pretexto para vanagloria, y entre nosotros no es un motivo de vergüenza para nadie reconocer su pobreza, sino que lo es más bien no hacer nada por evitarla.
Las mismas personas pueden dedicar a la vez su atención a sus asuntos particulares y a los públicos, y gentes que se dedican a diferentes actividades tienen suficiente criterio respecto a los asuntos públicos.
Somos, en efecto, los únicos que a quien no toma parte en estos asuntos lo consideramos no un despreocupado, sino un inútil; y nosotros en persona cuando menos damos nuestro juicio sobre los asuntos, o los estudiamos puntualmente, porque, en nuestra opinión, no son las palabras lo que supone un perjuicio para la acción, sino el no informarse por medio de la palabra antes de proceder a lo necesario mediante la acción.
También nos distinguimos en cuanto a que somos extraordinariamente audaces a la vez que hacemos nuestros cálculos sobre las acciones que vamos a emprender, mientras que a otros la ignorancia les da coraje, y el cálculo, indecisión. Y es justo que sean considerados los más fuertes de espíritu quienes, aun conociendo perfectamente las penalidades y los placeres, no por esto se apartan de los peligros.
También nos ganamos los amigos no recibiendo favores, sino haciéndolos… Somos los únicos, además, que prestamos nuestra ayuda confiadamente, no tanto por efectuar un cálculo de la conveniencia como por la confianza que nace de la libertad».
Y sigue: «Resumiendo, afirmo que nuestra ciudad es, en su conjunto, un ejemplo para Grecia, y que cada uno de nuestros ciudadanos individualmente puede, en mi opinión, hacer gala de una personalidad suficientemente capacitada para dedicarse a las más diversas formas de actividad con una gracia y habilidad extraordinarias.»…
Bueno, vale, corto ya. Vamos a dejar de divagar hábilmente por la ciudad de la gracia.
¿Por qué ISA, con modestia pero con compromiso, con realismo pero con consciencia? De su manifiesto fundacional: El aprecio de la libertad; la innovación como progreso social; la ciencia y la técnica como expresiones de la racionalidad; el arte, el pensamiento y la cultura como estímulos; el desarrollo económico como condición de progreso y la iniciativa empresarial como fuente de riqueza; la solidaridad ciudadana para la cohesión; la sostenibilidad como criterio; el respeto a las iniciativas ciudadanas innovadoras.
En ISA somos «de esas personas [que] pueden dedicar a la vez su atención a sus asuntos particulares y a los públicos, y gentes que se dedican a diferentes actividades tienen suficiente criterio respecto a los asuntos públicos… Nosotros en persona cuando menos damos nuestro juicio sobre los asuntos, o los estudiamos puntualmente».
¡Vaya se me ha vuelto a escapar el copia y pega y reitero a Pericles…!
Volvemos al aquí y al ahora: ¿Nos creemos el Artículo 1.2 de la Constitución? De esa Constitución que últimamente parece que «de mano en mano va…»: «La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado». Pues seamos consecuentes y pensemos, digamos y hagamos. En ISA estamos para eso.
Aprovecho que aquí hay representantes de los partidos en que los españoles hemos delegado, nunca la irrenunciable soberanía, sino la gestión de la cosa pública. Dejen de darse la espalda, mírense a la cara, estréchense la mano y pónganse a trabajar juntos siguiendo la reiterada, elección tras elección, petición de consenso de mayoría natural. No caigan en la «trampa tucididea», de tratar de aniquilar por cualquier medio al partido emergente por miedo a que los supere, porque democracia es alternancia en el poder para la continuidad del bienestar y progreso de la ciudadanía.
Decidan si quieren, a partir del momento, con todas sus limitaciones, de mayor paz, libertad y prosperidad de nuestra historia mantenerlo y mejorarlo, como la Atenas del Siglo V, o, por el contrario, echarlo a perder como ocurrió tras la Guerra del Peloponeso. Decidan si, en la Historia, quieren estar en el equipo de Pericles o en el de Cleón. En el del defensor de la democracia, o en el la demagogia. Con la paz de 50 años que encumbró a Atenas, o con el derrumbe de una política que sigue inspirando al mundo. En la magistral introducción de Juan Carlos Iglesias Zoido del texto citado en la editorial Gredos, se analizan tres casos actualísimos: uno global, el enfrentamiento entre Estados Unidos y China; otro nacional, el brexit; por último pero muy próximo, Cataluña 2017. Modestamente, como ciudadano de pie que no se pone de rodillas, sigan a Tucídides.
Termino. Medida y compás: o kilómetros, o palmos, siguiendo a Sevilla Quiere Metro; o alegrías, o peteneras, como enseña al mundo Cristina Heeren. Enhorabuena. En ISA lo tenemos claro. Vale.
Carlos Gómez Camacho.
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