Ya está aquí La Feria del Libro, la renovada y pujante Feria del Libro. Algo evoluciona por fin bien en Sevilla. Como muestra su imagen fresca y desenfadada, diseñada por un artista, Antonio García Villarán, que no pertenece a ninguno de los clanes de la Sevilla oficial.
Olvidadas ya afortunadamente las mortecinas ediciones de hace años, la Asociación Feria del Libro ha conseguido que este mercado de libros, manteniendo la localización de siempre, tenga más vida que nunca. En una ciudad donde las iniciativas culturales –y ciudadanas en general– suelen ser efímeras, mantener el tipo y superarse tiene mérito. Por eso, ¡tres (o trescientas) hurras por la Feria del Libro!
¿Las claves del éxito? Varias posiblemente: la sabia dirección de los últimos años, el acento en la Cultura sin fronteras, su carácter de proyecto ciudadano (no es algo dirigido desde ninguna administración pública), pero sobre todo la apuesta por atraer, no «al que pasaba por allí», sino al lector convencido que –¡oh, sorpresa!– sobrevive escondido en la jungla hispalense. El resultado es la creación de un nuevo referente anual en la vida de la ciudad… y centrado en el saber, el arte, la reflexión, el pensamiento, la belleza; no en el futbol, o los capirotes, o las mediasverónicas (por más que en sentido antropológico eso también sea cultura).
Y puestos a soñar, porqué no podría la Feria del Libro transformarse en la Gran Feria de la ciudad. Si de una feria de ganado, hace poco más de un siglo que surgió la Fiesta que simboliza el anclaje de esta ciudad en lo agrario, lo aldeano, la cerrazón en lo propio, el desdén por lo foráneo y la ostentación del señoritismo ¿porqué no puede surgir del mercado de libros de la Plaza Nueva la nueva Fiesta sevillana del siglo XXI? La que nos permita a esas decenas de miles de sevillanos que no nos vemos reflejados ni en el incienso ni en el albero, tener en nuestra ciudad un rito colectivo que reivindique los valores de libertad y universalidad que el libro simboliza. En definitiva, una gran Feria del libro que articule la Sevilla abierta del siglo XXI. Y entonces me desperté.
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