Caso de que el ser humano tuviera alma, o vergüenza la Consejera de Cultura, ambas se deberían caer al suelo viendo el estado en que se encuentra el Museo Arqueológico de Sevilla.
Con la tromba de agua que cayó un día del pasado mes de mayo, los bajos del Museo, donde se expone una copia del Tesoro del Carambolo, se inundaron. No sé si fue por esas lluvias, pero en bastantes salas se ven goteras que han desecho algunas de las placas de pasta de papel (horribles, por cierto) de los falsos techos. Y la sala donde se expone la estatua de Trajano está cerrada por desprendimientos de la cúpula de cristales.
El Museo Arqueológico atesora piezas muy valiosas. Claro que todas son de antes de que Sevilla se convirtiera en la ciudad mariana que desde hace algunos siglos viene siendo; tal vez por eso algunos restos ya sufrieron en su día la piqueta de un cardenal adalid de la moral, que capó a martillo a casi toda la estatuaria masculina.
Pasada, por ahora, la inquina católica, el Museo y sus tesoros siguen sufriendo de otros rigores, no siendo el menor de ellos la desidia de los responsables políticos que parecen no darse cuenta del potencial de modernidad que allí se atesora. Aunque sólo sea para mostrar que estas tierras han sido, desde siempre, mucho más que suelo mariano.
Estos, Fabio,–ay dolor– que ves ahora
predios de la humedad, techos caídos,
fueron un tiempo…
Cinco siglos no son nada, ¿verdad Rodrigo?