La Asociación Iniciativa Sevilla Abierta (ISA) organiza desde el año 2009, en cada Feria del Libro, el acto ISA Lee. Organizada en coordinación con la Asociación Educativa y Social de La Candelaria, esta edición de ISA Lee iba a tener lugar en 2020, en la cancelada edición de la Feria del Libro a causa de la pandemia. Ahora sí, se dan las circunstancias óptimas para que el domingo 31 de octubre, a las 18:00 horas, ten la Carpa de la Feria del Libro de Plaza nueva tenga lugar esta celebración de la lectura, que protagonizarán jóvenes de la Barriada de La Candelaria.
En esta ocasión se ha elegido ‘Descubriendo la Peri-Feri» como eje temático, dándole el protagonismo que merecen en el centro de la ciudad a quienes desarrollan su vida en barrios tildados como periféricos, y leerán, recitarán y cantarán textos de Albert Camus, Federico García Lorca, Carmen Laforet, Eduardo Galeano y José Antonio Cobeña, socio de ISA. Además, se cantarán 2 raps elaborados por los alumnos del AES Candelaria Juan José Sosa, Adrian Florescu y Sara Zambrano. La encargada de presentar el acto será Pilar Lebeña Manzanal, socia de ISA.
Conectando la lectura con los valores cívicos desde 2009
La Asociación Iniciativa Sevilla Abierta (ISA) organiza desde el año 2009, en cada edición de la Feria del Libro, el acto ISA Lee. Está concebido como un acto para toda la ciudadanía y reivindicar la vivencia cultural y cívica por parte de los habitantes de Sevilla en los espacios públicos, con las plazas como ágoras de la palabra y del pensamiento. Una manera de expresar públicamente, a través de la lectura, una selección de textos literarios sobre un motivo relacionado con los valores cívicos en nuestra ciudad. La Feria del Libro fue creada por la sociedad civil, y queríamos contribuir a su desarrollo y consolidación con un acto abierto de participación ciudadana, mediante la selección de los textos y su posterior lectura por parte de ciudadanos. En la edición del 2016 recibimos por parte de la Asociación Feria del Libro de Sevilla, el premio de fomento de la lectura por nuestra aportación a la reflexión y a la cultura en nuestra ciudad.
El domingo 31 de octubre va a realizarse el ISA Lee que no pudo hacerse en 2020, al tener que suspenderse la Feria del Libro a causa de la pandemia. Porque, tras el éxito del acto en 2019, con el eje temático ‘Una isla cosmopolita’, protagonizado por niños, niñas y docentes del Colegio Público San José Obrero, el que tiene en toda Andalucía el mayor número de nacionalidades distintas en su alumnado, para la edición 2020 estábamos preparándolo con la Asociación Educativa y Social de La Candelaria, en el sector Tres Barrios-Amate. Tras conocer directamente su formidable labor, cuando visitamos su sede y comprobamos la vida que fluía allí, con un transitar de mayores y niños, de maestros y de alumnos, de madres y bebés, de diferentes procedencias, con distintos acentos y vestimentas, pero nadie parado ni desatendido. Como el centro de integración de los no integrados.
Desde que conocimos la fecha de celebración de la Feria del Libro de Sevilla en el otoño de 2021, estamos trabajando para llevar ese hervidero humano de la peri-feria al centro de la ciudad. Hemos seleccionado unos textos literarios que cumplan un efecto saludable (provechoso para un fin, particularmente para el bien del alma), que serán leídos, recitados o cantados; y en algunos casos, elaborados por los niños que acuden a la Asociación Educativa y Social de La Candelaria, en el sector Tres Barrios-Amate. Estos alumnos provienen de diversos países y territorios, y queremos que participen en el principal encuentro cultural de nuestra ciudad, mostrando la importante e ignota labor que realiza esta asociación, a través del hilo conductor de la literatura.
Programa de la edición 2021 de ISA Lee
Los textos seleccionados—que están completos a continuación—están agrupados en cuatro secciones:
- La lectura y el destino (carta de Albert Camus y reflexiones de José Antonio Cobeña).
- Fábulas y Alegorías (relatos de Eduardo Galeano y Carmen Laforet).
- Lorca (la lectura enseña el arte para vivir y ‘Zorongo gitano’).
- La peri-feria en vivo (lecturas e intervenciones de AES Candelaria)
Y esto serán los jóvenes lectores:
- Amadou Arístides Ouattara y María José Salas (‘Carta de Albert Camus a su maestro’).
- Cristina Chelaru leerá un texto de José Antonio Cobeña, socio de ISA.
- Los relatos de ‘El libro de los abrazos’, de Eduardo Galeano, los leerán Basma Laafisse y Alejandro Sosa.
- El texto de Carmen Laforet lo leerá Zadelay Sosa.
- Para el ‘Zorongo gitano’ leerá Paula Bellido y bailará Daniela Camacho.
Juan José Sosa, Adrian Florescu y Sara Zambrano, alumnos del AES Candelaria, cantarán dos raps creados por ellos mismos.
Los textos que leerán los niños de La Candelaria, participantes en ‘ISA Lee’ 2021
A continuación compartimos algunos de los textos que leerán los niños y educadores de la Barriada La Candelaria. En ellos encontramos relatos, poemas, y cartas de autores como Albert Camus, Carmen Laforet, Eduardo Galeano y José Antonio Cobeña, socio de ISA.
La lectura y el destino: el reconocimiento de Albert Camus a su profesor de primaria
Cartas que se enviaron Albert Camus y Louis Germain, su profesor de primaria. Serán leídas por Amadou Arístides Ouattara y María José Salas. Posteriormente, José Antonio Cobeña expondrá sus reflexiones sobre el acto de leer.
Si Albert Camus consiguió convertirse en uno de los grandes autores del siglo XX y ganar el Premio Nobel de 1957 por su producción literaria, fue en parte gracias a los esfuerzos de su profesor de primaria. Louis Germain no sólo le habló de la escuela secundaria, sino que también le ayudó a preparar el examen de ingreso e incluso convenció a su abuela -que quería que fuese aprendiz de algún comerciante local- para que le dejase seguir sus estudios.
Nacido en el seno de una humilde familia de colonos franceses, con una madre analfabeta y casi sordomuda, y un padre que prácticamente no llegó a conocer al morir en la Primera Guerra Mundial, Camus no olvidó los esfuerzos de su profesor. Por eso, tras dedicarle el discurso de agradecimiento al recibir el Nobel también le escribió una carta de su puño y letra, el 19 de Noviembre de 1957, para agradecerle en primera persona todas sus enseñanzas.
Carta de Albert Camus a Louis Germain
Querido señor Germain:
He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Le mando un abrazo de todo corazón.
Albert Camus
La carta que su maestro le envió el 30 de abril de 1959
Mi pequeño Albert:
He recibido, enviado por ti, el libro Camus, que ha tenido a bien dedicarme su autor, el señor J. Cl. Brisville.
Soy incapaz de expresar la alegría que me has dado con la gentileza de tu gesto ni sé cómo agradecértelo. Si fuera posible, abrazaría muy fuerte al mocetón en que te has convertido y que seguirá siendo para mí «mi pequeño Camus».
Todavía no he leído la obra, salvo las primeras páginas. ¿Quién es Camus? Tengo la impresión de que los que tratan de penetrar en tu personalidad no lo consiguen. Siempre has mostrado un pudor instintivo ante la idea de descubrir tu naturaleza, tus sentimientos. Cuando mejor lo consigues es cuando eres simple, directo. ¡Y ahora, bueno! Esas impresiones me las dabas en clase. El pedagogo que quiere desempeñar concienzudamente su oficio no descuida ninguna ocasión para conocer a sus alumnos, sus hijos, y éstas se presentan constantemente. Una respuesta, un gesto, una mirada, son ampliamente reveladores. Creo conocer bien al simpático hombrecito que eras y el niño, muy a menudo, contiene en germen al hombre que llegará a ser. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. Tu cara expresaba optimismo. […]
He visto la lista en constante aumento de las obras que te están dedicadas o que hablan de ti. Y es para mí una satisfacción muy grande comprobar que tu celebridad (es la pura verdad) no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo Camus: bravo. […]
Hace ya bastante tiempo que no nos vemos.
Antes de terminar, quiero decirte cuánto me hacen sufrir, como maestro laico que soy, los proyectos amenazadores que se urden contra nuestra escuela. Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado que hay en el niño: el derecho a buscar su verdad. Os he amado a todos y creo haber hecho todo lo posible por no manifestar mis ideas y no pesar sobre vuestras jóvenes inteligencias. Cuando se trataba de Dios (está en el programa), yo decía que algunos creen, otros no. Y que en la plenitud de sus derechos, cada uno hace lo que quiere. De la misma manera, en el capítulo de las religiones, me limitaba a señalar las que existen, y que profesaban todos aquellos que lo deseaban. A decir verdad, añadía que hay personas que no practican ninguna religión. Sé que esto no agrada a quienes quisieran hacer de los maestros unos viajantes de comercio de la religión, y para más precisión, de la religión católica. En la escuela primaria de Argel (instalada entonces en el parque Galland), mi padre, como mis compañeros, estaba obligado a ir a misa y a comulgar todos los domingos. Un día, harto de esta constricción. ¡metió la hostia «consagrada» dentro de un libro de misa y lo cerró! El director de la escuela, informado del hecho, no vaciló en expulsarlo. Esto es lo que quieren los partidarios de una «Escuela Libre» (libre… de pensar como ellos). Temo que, dada la composición de la actual Cámara de Diputados, esta mala jugada dé buen resultado. Le Canard enchaîné ha señalado que, en un departamento, unas cien clases de la escuela laica funcionan con el crucifijo colgado en la pared. Eso me parece un atentado abominable contra la conciencia de los niños. ¿Qué pasará dentro de un tiempo? Estas reflexiones me causan una profunda tristeza. […]
Recuerda que, aunque no escriba, pienso con frecuencia en todos vosotros. Mi señora y yo os abrazamos fuertemente a los cuatro. Afectuosamente vuestro.
Germain Louis
La lectura como arte para vivir, en palabras de José Antonio Cobeña, socio de ISA
Las reflexiones de José Antonio Cobeña sobre la lectura serán leídas por Cristina Chelaru.
Uno de los placeres más útiles, en el código ético de Nuccio Ordine, es el de la lectura.
Así lo confirma también una escritora extraordinaria, Irene Vallejo, en su libro canónico “El infinito en un junco”, que recomiendo leer en un acto de agradecimiento reverencial a la historia de los libros: “Hablemos por un momento de ti, que lees estas líneas. Ahora mismo, con el libro abierto entre las manos, te dedicas a una actividad misteriosa e inquietante, aunque la costumbre te impide asombrarte por lo que haces. Piénsalo bien. Estás en silencio, recorriendo con la vista hileras de letras que tienen sentido para ti y te comunican ideas independientes del mundo que te rodea ahora mismo. Te has retirado, por decirlo así, a una habitación interior donde te hablan personas ausentes, es decir, fantasmas visibles solo para ti (en este caso, mi yo espectral) y donde el tiempo pasa al compás de tu interés o tu aburrimiento. Has creado una realidad paralela parecida a la ilusión cinematográfica, una realidad que depende solo de ti. Tú puedes, en cualquier momento, apartar los ojos de estos párrafos y volver a participar en la acción y el movimiento del mundo exterior. Pero mientras tanto permaneces al margen, donde tú has elegido estar. Hay un aura casi mágica en todo esto”.
Personalmente, considero la lectura como el arte para vivir, para aprender a leer las señales de la vida, porque hablar y escribir es solo cosa de personas. Leer, igual. Es una maravilla constatar que estamos preparados desde la preconcepción y a través del cerebro, para leer, cuando todo está conjuntado para comenzar a unir letras y grabarlas con unas determinadas formas en el cerebro. Agregando, además, sentimientos y emociones, de forma indisoluble, en relación con lo que nuestro cerebro lee. La lectura es un acto de libertad intelectual que se modula a lo largo de la vida, convirtiéndose poco a poco en arte. Desde la escuela infantil y hasta los últimos días de la vida, tenemos millones de posibilidades de leer todo lo que se pone por delante para invitarnos a dar forma a unos caracteres que en sí mismo no son nada sin nuestra intervención personal e intransferible, porque aunque alguna vez leamos algunas palabras junto a alguien, lo que se graba en cada cerebro es irrepetible. Como si fuéramos bibliotecas ambulantes conteniendo siempre lecturas diferentes de textos llenos de palabras sueltas o frases que hemos acumulado en ellas a lo largo de la vida.
La mercadotecnia se ha apropiado del aserto de Baltasar Gracián, lo bueno si breve dos veces bueno, dando igual la calidad o no de lo breve. La mensajería instantánea, por ejemplo, donde WhatsApp se ha convertido en un claro exponente de la brevedad, así como los tuits, se han apropiado de la lectura por excelencia en los micromundos personales y de redes sociales. En un modo de vivir tan rápido como el actual, la lectura pausada y continua es un estorbo para muchas personas, donde el libro supone además un reto casi inalcanzable para el interés humano de supervivencia diaria.
Nos quedan las palabras… en los libros. En estos momentos tan delicados para la humanidad por los estragos de la pandemia, tenemos la obligación ética de hacer una operación rescate de placeres útiles como el de la lectura, proclamándola como medio de descubrimiento de la palabra articulada en frases preciosas, cuando lo que se lee nos permite comprender la capacidad humana de aprehender la realidad de la palabra escrita o hablada. Maravillosa experiencia que se convierte en arte cuando la cuidamos en el día a día, aunque paradójicamente tengamos que aprender el arte de leer cuando vamos siendo mayores, porque la realidad amarga es que no lo sabemos hacer, ni hay un compromiso de Estado para que España lea: “¿Pero qué queremos decir con “saber leer”? Conocer el alfabeto y las reglas gramaticales básicas de nuestro idioma, y con estas habilidades descifrar un texto, una noticia en un periódico, un cartel publicitario, un manual de instrucciones… Pero existe otra etapa de este aprendizaje, y es ésta la que verdaderamente nos convierte en lectores. Ocurre algunas afortunadas veces, cuando un texto lo permite, y entonces la lectura nos lleva a explorar más profunda y extensamente el texto escrito, revelándonos nuestras propias experiencias esenciales y nuestros temores secretos, puestos en palabras para hacerlos realmente nuestros” (Manguel, Alberto; 2015, 18 de abril). Consumidores, no lectores. El País, Babelia, p. 7).
He comprendido muy bien el interés de Irene Vallejo por ilusionarnos con la lectura, retirándome por unos momentos, al preparar estas líneas, “a una habitación interior” donde me han hablado personas ausentes, es decir, fantasmas visibles solo para mi (en este caso, Federico García Lorca, Nuccio Ordine, Irene Vallejo y Alberto Manguel, entre otros autores) y donde el tiempo pasa al compás de mi interés por escribir de la mejor forma posible, porque comprender y compartir lo que leo es bello y la mejor vacuna contra los males del sinvivir de cada día. De ahí mi amor por las bibliotecas, las “clínicas del alma”, donde aprendo cada día el arte de vivir con dignidad, apasionadamente.
Fábulas y alegorías: relatos de Eduardo Galeano y Carmen Laforet
Los relatos de ‘El libro de los abrazos’ de Eduardo Galeano, los leerán Basma Laafisse y Alejandro Sosa. Por su parte, Zadelay Sosa, hará lo propio con el texto de Carmen Laforet
El libro de los abrazos
Relato extraído de ‘El libro de los abrazos’ donde Eduardo Galeano nos describe lo que puede suceder cuando el lector halla el libro adecuado y se lo apropia de tal modo que su lectura le crece adentro.
Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó a
pedacitos, noche tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella la había
robado de la biblioteca de cedro donde el tío guardaba los libros
preferidos.
Mucho caminó Lucía, después, mientras pasaban los años.
En busca de fantasmas caminó por los farallones sobre el río Antioquia y
en busca de gente caminó por las calles de las ciudades violentas.
Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su vida iba siempre acompañada por
los ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado,
con sus ojos, en la infancia.
Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto le ha
crecido adentro que ahora es otro, ahora es suyo.
El mundo
Un hombre del pueblo de Nogué, en la corte de Colombia pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay 2 fuegos iguales. Hay
fuegos grandes y fuegos chicos, y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego
sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos bobos no alumbran ni queman; pero otros arden de vida con tanta
pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.
Sabiéndose Feliz, de Carmen Laforet
Carmen Laforet fue una voraz lectora desde niña gracias a su madre que le enseñó lo gratificante de tener un libro como fiel compañero. Con apenas diez años descubrió a Benito Pérez Galdós a quien consideraba textualmente “algo así como el mejor de mis amigos. Como un inteligente y cariñoso abuelo que, desinteresadamente, me habí
a enseñado tantas cosas de los seres humanos y de sus conflictos”. Y es que Galdós no la abandonó nunca, al igual que las escritoras Elena Fortun y Agata Christie, los únicos autores que permanecían en su mesilla de noche cuando muchos años después, siendo ya una mujer mayor, enferma y olvidadiza. “Como ya no recuerdo nada –le decía a su hijo Agustín-puedo leerlos mil veces, y sé que siempre serán para mí una maravillosa, divertida sorpresa.”
Sabiéndose feliz (1963)
A los cuatro años empecé a ir al colegio de unas monjas, las madres teresianas, que llevan un uniforme marrón con toca rizada. El colegio medivertía. Cuando llegaba a casa contaba cosas extraordinarias de lo que ocurría allí. Visto por mi, el colegio era un palacio de las mil y una noches.
Un día, mi madre, me cogió de la mano y me dijo que íbamos a ver a la superiora para darle las gracias por tantas atenciones extraordinarias que tenían conmigo, por llevarme a ver esos tesoros y cuevas y salones, etc,etc. Pasé un rato terrible por la calle hasta que confesé que había mentido.
“Esas cosas –me dijo mi madre- tienen que contarse como cuentos, no como si fueran verdad” Esto se me quedó grabado. No tenía aún cinco años.
Mi carácter era alegre. Me gustaba jugar y leer cuentos. Me divertía la llegada del verano con las vacaciones y la libertad de la playa y me divertía la llegada del curso con el colegio, las compañeras, y los libros nuevos. Me gustaba mucho leer. Y a mis hermanos ya no les contaba mentiras sino cuentos larguísimos que tenían continuación de un día para otro, como seriales. Algunos de esos cuentos duraban meses.
El Zorongo Gitano de Lorca
Esta canción de Federico García Lorca, grabada en 1931 junto a Encarnación López «La Argentinita», será recitada por Paula Bellido, y bailada por Daniela Camacho.
Zorongo Gitano
Las manos de mi cariño
te están bordando una capa
con agremán de alhelies
y con esclavinas de agua
cuando fuiste novio mio
por la primavera blanca
los cascos de tu caballo
cuatro sollozos de plata
la luna es un pozo chico
las flores no valen nada
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas
Tengo los ojos azules,
y el corazoncito igual
que la cresta de la lumbre.
De noche me salgo al campo
y me harto de llorar
de ver que te quiero tanto
y tú no me quieres ná.
La luna es un pozo chico
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas.
Veinticuatro horas del día,
veinticuatro horas que tiene;
si tuviera veintisiete,
tres horas más te querria.
Este gitano está loco,
loco que le van a atar;
que lo que sueña de noche
quiere que sea verdad.
La luna es un pozo chico
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas.
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