La profesional de las artes escénicas Pepa Muriel, socia de ISA, reclama un Informe PISA sobre la cultura


Compartimos un interesante artículo de opinión, escrito por la socia de ISA Pepa Muriel, una prestigiosa profesional de las artes escénicas que forma parte de Producciones Imperdibles, es creadora de Escenoteca y también presidenta de la Asociación TeVeo, que agrupa en toda España a los profesionales de las artes escénicas con producciones educativas para niños y jóvenes.

En su texto, inspirado tras leer en nuestra web el análisis sobre los resultados del Informe PISA en Andalucía publicado por otro socio, el inspector de Educación Francisco J. Fernandez Franco, demanda un Informe PISA para la Cultura, cuyo tejido profesional y empresarial está en una situación crítica. Se puede leer en su bitácora, El Blog de Peppa Mu, y a continuación:

UN INFORME PISA PARA LA CULTURA

Me sumo al ruido, a la hojarasca especulativa que ha generado el informe PISA. Así, describe en su magnífico artículo, Francisco Javier Fernández Franco publicado por Iniciativa Sevilla Abierta, el empeño de todos por opinar sobre el estado de la educación. El rigor de mis palabras no es cuantificable en términos numéricos como el PISA, pero parte del rigor de la experiencia.
¿Para cuándo un informe PISA de la Cultura?
La Cultura no tiene informe PISA.
La Cultura no tiene marea de ningún color.
La Cultura lo que tiene es un naufragio.
Anoche, en el Teatro Central, me encontré con amigos de la profesión, en el estreno de El Cartógrafo. Magnífico trabajo. El espacio escénico, grande, inmenso, desnudo y dentro de él los dos actores. Lo disfruté mucho, me emocioné, pero no pude evitar sentirme también una convidada de piedra junto a tantos compañeros de profesión que anoche estuvimos allí.
Uno de esos amigos me comentó que estaba feliz, porque finalmente se había hundido definitivamente, estaba feliz, porque ya se había acabado la agonía de años. Por fin, había soltado la tabla que lo mantenía a flote pero no le dejaba crear, trabajar, vivir, solo le permitía estar agarrado a ella con las dos manos y respirar con el agua al cuello.
Decidió que ya está…y soltó la tabla…
Esta puede ser la última escena del Titanic, pero no, es la situación mía y de tantos profesionales en Sevilla, Andalucía y España.
El barco se hunde, pero los políticos y políticas azuzan a la orquesta para que toque cada vez más alto, para que no se oigan los lamentos (¡ay los artistas, siempre quejándose…!)
Ellos, los políticos y políticas (me interesa visualizarlas a ellas también), hace ya tiempo que abandonaron el barco y desde el puente de mando de sus agencias públicas y ministerios, como en la película, ven de lejos cómo se van precipitando al agua uno, otro, otro: compañías de teatro, danza, artistas plásticos, visuales, teatros, orquestas, festivales, espacios de innovación artísticos, educativos, sociales….pero ellos creen que están a salvo. No quieren entender que si nosotros desaparecemos, ellos también lo harán. Si no hay cultura que gestionar, ¿qué hacer pues, con tantos gestores y administradores?
Soy profesional de las artes escénicas y educadora infantil. Creé un proyecto artístico, Escenoteca. Siempre me he empeñado en llegar a la educación desde el espectáculo y que mis espectáculos fueran actos educativos. Unir bajo una formula de trabajo arte y educación.
Todos estamos de acuerdo en que la Educación y la Sanidad son un derecho y una necesidad para el buen desarrollo de nuestros niños y adolescentes. Solo hay que ver el revuelo que se ha levantado, por ejemplo en Granada con los hospitales y a nivel nacional con el informe PISA.
¿Pasa lo mismo con la Cultura?
Se habla actualmente de tantas culturas: la cultura clásica, la alta cultura, la cultura de masas, la cultura del vino, la cultura del deporte, la cultura emprendedora, el turismo cultural, la cultura gastronómica, la cultura del ocio…y por “goleada” se impone la cultura extensiva de las grandes superficies, como en la agricultura y la ganadería; en Sevilla por Navidad se inaugura en Plaza de Armas otro centro comercial, en 2.019 se vuelve a batir otro récord y se va a abrir el centro comercial y de ocio más grande de Sevilla en Palmas Altas.
¿Dónde está la Cultura?, así, sola, en su rotundidad de palabra hermosa, plena de significados en referencia a la infancia y a la adolescencia?
Muchísimos niños y niñas pasan su tiempo libre en los centros comerciales, hacen la compra con sus familias y su tiempo de ocio está en esos lugares. Cultura extensiva de grandes superficies. Se les está negando u ocultando el acceso a una Cultura (en mayúsculas) que alimente sus vidas y les haga crecer como ciudadanos del mundo.
En este barullo, en esta hojarasca dialéctica que el viento arremolina, hay que buscar nuevas Cartografías artísticas y sociales. Nuevas sinergias que visualicen y reivindiquen las Artes como un derecho y como una necesidad, como lo son la Educación y la Sanidad.
Las Artes deben estar en la sociedad, en los colegios. Y tienen que hacerlo como parte del proceso de crecimiento y aprendizaje de los niños.
Un niño puede aprender matemática a través de la danza contemporánea y de la música. Un adolescente puede resolver conflictos a través del teatro terapéutico. A través de la narración oral pueden conocer su pasado y dilucidar su futuro, hacer un recorrido transversal desde la etnografía, la literatura, las artes plásticas. Pueden crear Arte y no solo consumirlo. Pueden aprender a hablar en público, a saber expresar lo que quieren y piensan. Pueden…Pueden hacer tantas cosas los Artistas y los Maestros juntos.. Pero la Educación y la Cultura Publica viven de espaldas la una con la otra.
Los profesionales tendrían, pero no se les deja, que aportar su experiencia a las administraciones.
Y la sociedad tiene que exigir no solo el Pacto por la Educación que no acaba de llegar, sino un Pacto por la Cultura y la Educación. Y para que los ciudadanos exijan este Pacto a los políticos que nos gobiernan, tienen primero que considerarnos necesarios, ponernos en valor, descubrir realmente lo que hacemos, mas allá del estereotipo de las alfombras rojas y los photocall.
Ese es el arduo y apasionante camino que nos queda por recorrer.
Hay que unir experiencias de buenas prácticas, experiencias de éxitos académicos, de éxitos culturales, de éxito sociales. Experiencias de asociaciones, colectivos, profesionales, personas físicas y elaborar un Protocolo, un documento de trabajo que se enriquezca con las aportaciones de todos, mas allá de las opciones políticas de cada uno.
Y que a través de este documento la Cultura y la Educación entren, de una vez por todas, a formar parte de la agenda de nuestros políticos y políticas.

Fotografía de © J.C.Montoya
Imagen del espectáculo «Poemas para jugar a las casitas«.
Festival Internacional de Música y danza de Granada.
Escenoteca.

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1 Comment

  1. Eliseo
    13 diciembre, 2016
    Responder

    Me parece muy oportuno tu artículo porque cuando no se evalúan las acciones no se saben los resultados, no se conocen los recursos gastados y se ignoran quienes están contribuyendo a sus logros. ¿Cuántos planes de fomento de la Educación, la Cultura, el Empleo, etc, hemos visto? ¿Cuántos han conseguido los supuestos objetivos? Siempre presentan el mismo argumento de las condiciones sociales desfavorables históricas de las que partimos que nos anclan en el atraso como si Corea del Sur, un país paupérrimo en la primera mitad del Siglo XX no haya sido capaz de situarse en los primeros puestos en Educación, Universidades, Innovación y Patentes.
    La ausencia de un sistema que rinda cuentas, que evalúe los planes y de una formación continuada en la administración, es una manera de esconder el fracaso de nuestros gobernantes.

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