A la vista de todos o, más bien, impuesta a todos. Resulta obligatorio enterarse, escuchar marchas, ver restringidos los derechos de paso y circulación y pisoteado el del disfrute de una ciudad laica. Por que no es sólo en Semana Santa, es una semana sí y otra también. Nadie sabe decir dónde está el límite para estas algaradas callejeras. A sus promotores les gusta decir que no lo hay, que cuanto más mejor.
El propio arzobispo declaró el año pasado que había que limitar las “salidas extraordinarias” de pasos. El Ayuntamiento, sin embargo, parece dispuesto a protegerlas todas, aunque ni siquiera piden licencia ni autorización. Una simple notificación y envían el dispositivo de rigor. Se han visto hasta cruces de mayo escoltadas por la policía local.
Las imágenes corresponden a la cartelería desplegada por el barrio de San Lorenzo con motivo de la salida procesional de la “Antigua. Fervorosa e Ilustre Hermandad Franciscana del Redil Eucarístico de la Divina Pastora de las Almas”, el pasado sábado 16 de mayo.
¿No tiene que solicitarse permiso a la subdelegacion del Gobierno para organizar una manifestación?
Totalmente de acuerdo con lo que decís. Este sábado se repetía la historia, también en San Lorenzo. Un paso consistente en una cruz con un lienzo, sabana o yo que sé, rodeada de una banda que pretendía hacer música fastidiaba en tapeo en la zona de Gavidia, y la misma procesión atronaba más tarde a los que vivimos en la calle San Luis, escoltada por la policía local, y de paso por un montón de coches de particulares que, sin comerlo ni beberlo, se habían visto metidos en el ajo, y que mostraba su cabreo a bocinazos. Por mi parte intente contrarrestar con música a todo volumen pero imposible competir con esa potencia sonora.
En fin, cada uno es libre de pensar y divertirse como quiera, no vamos a pretender que el Ayuntamiento publique un edicto prohibiendo ese tipo de manifestaciones, pero creo que, efectivamente, ya es hora de exigir que se regule el tema, o al menos que se le dé el mismo trato que a cualquier otra actividad: estoy pensando que pasaría si la música del restaurante ConTenedor sonara al volumen con que lo hacia esa banda en la madrugada del domingo, o si por ejemplo su clientela sale en masa a la calle y la corta durante 45 minutos…
Supongo que sería una Cruz de Mayo, tradición cultural no sólo sevillana sino de toda Andalucía, que especialmente se celebra en los pueblos un día, pero que en nuestra ciudad se multiplica, porque hay muchas en los diversos barrios; incluso los niños juegan a procesionar sus propias cruces, pidiendo una limosnita. En realidad se trata de una variante de las antiguas fiestas paganas relizadas a la llegada de la primavera y con ella la vuelta de la vida,después del frío invierno. La Iglesia adaptó estas fiestas a la mentalidad cristiana, de esta manera se conservó una tradición ancestral; un ejemplo claro son Las Cruces de Berrocal, pueblecito de Huelva.
En Sevilla, ante la proliferación de lñas mismas creo que se debe mantener una actitud paciente, es una manifestación cultural más y no creo que se arregle subiendo los altavoces o tocando todos a la vez el claxon, este hecho supone un aumento de ruido no muy saludable para los sufrientes vecinos o los que están tomando una cerveza tranquilamente. No se trata de hacer ruido, sino de conseguir una regulación, como dice Gracia porque acabar con la tradición es casi imposible; son fiestas populares al igual que existen los Carnavales o el concurso de Patios en Córdoba. Lo malo es su cantidad y todo el espacio que ocupan. La verdad es que a muchos sevillanos les encantan las procesiones, se pasan todo el año ensayando por las noches y buscan cualquier excusa para trasladar pasos de un lado a otro; por cierto que otro hecho que altera la paz es el ensayo continuado de las bandas de música en algunos barrios durante todo el año.
Y ahora tenemos a los rocieros colapsando ciudades y carreteras y dejando a su paso enormes cantidades de basura.
No estoy en parte de acuerdo con Clara. Me explico: yo creo que, aparte de celebraciones vecinales, realmente lo tradicional en Sevilla era el chiquillo aporreando el tambor de hojalata tras un paso poco más grande que una caja de botellines mientras otro pasaba el jarrillo de lata.
No es desde hace tantos años que las cruces de Mayo montadas por los papás proliferan y la parafernalia que las rodea crece en una especie de competición de prestigio apenas disimulada.
Además algunas hermandades o asociaciones afines montan procesiones «paralelas» a las de semana santa configurando una especie de «segundo pase» que carece tanto de historia y tradición como de la organización del «primero»
Pero lo de esta ciudad ya es otra cosa. Probablemente la definición más precisa se la leí a alguien tan poco sospechoso de «antisevillanismo» o «anticlericalismo» o falta de apego por las procesiones como es Carlos Colón, quien en Diario de Sevilla definió la situación como «Metástasis Cofrade»
Sé perfectamente lo importante que este mundo para muchos sevillanos, para los cuales estas organizaciones y actividades suponen el equivalente (en algunos aspectos) de las agrupaciones del Carnaval o las peñas gastronómicas del Pais Vasco. Pero no creo que sea de recibo que esta afición desmedida se tenga que traducir en ruidos, atascos y molestias para todos los demás.
Solamente hace doce años que vivo en Sevilla continuamente, aunque en otras etapas de mi vida he residido unos años más, porque mis padres hace tiempo que establecieron aquí su residencia definitiva.Yo sólo puedo juzgar lo que veo y no soy una autoridad en las costumbres de esta ciudad, pero he observado en algún barrio capillita esas cruces de mayo llevadas por los niños y que según parece organizan los padres; otras veces son los mismos niños las que las hacen porque sus padres no necesitan el dinero. Lo que sí es verdad es que algunos jóvenes sevillanos, cuando están en clase se dedican a tocar los palillos con los bolígrafos, en vez de atender a las explicaciones del profesor y que muchos de ellos ensayan diariamente en las bandas: ese es el único afán cultural para ellos.Incluso cuando están en el autobús siguen tocando los palillos con los dedos, sobre cualquier superficie. Con todo ello quiero referirme al afán que existe en esta tierra por pertenecer a las Cofradías desde hace siglos(es curiosa la cofradía de pícaros existente en la época de Cervantes y la crítica que hacía Rinconete al final del libro: no comprendo a estas gentes que roban y luego tienen un altar con limosnas para que la Virgen les proteja)
En Triana todavía se conserva la casa de Monipodio y es un atractivo turístico.Si lo pensamos bien, todavía continúan los ladrones de guante blanco en toda España, van a la cárcel y luego a vivir de su patrimonio. Una vez realizado este pequeño inciso como algo curioso y particular, tratado por Cervantes con esa risa indulgente propia de él,sigo con el tema de la «metástasis cofrade» como apunta Brasaman muy acertadamente no hay quien la pare, porque los niños desde pequeñitos ya salen con sus túnicas, igual que a otros se las hace socios del Betis o del Sevilla desde la más tierna edad, además a casi todos se les butiza ,sin saber si el día de mañana serán creyentes convencidos.
En cuanto al ruido es habitual, Sevilla es una de las ciudades más ruidosas de España.Como contrapartida está la alegría de vivir, aquí todo
se celebra, hasta las procesiones de los Cristos, acompañadas de cervecitas y jaleíto.
Me ha llegado este artículo que se podría titular «Iniciativa Sevilla con el Santo Oficio», no sé si lo habéis visto,
Diario de Sevilla
LA CIUDAD Y LOS DÍAS
Carlos Colón
El contubernio de los progres
La oleada de críticas hacia Israel que últimamente recorre España sólo tiene una explicación posible: antisemitismo; del más rancio que jamás se haya visto y que anida en las mentes de una progresía sin principios.
En Andalucía, la Tierra de María Santísima, la cosa es aún más preocupante. Un contubernio de progres, laicistas, relativistas, al-andalucistas (que creíamos extinguidos), paleocomunistas e islamistas salen a la calle gritando ¡Muerte a Israel! (la única democracia de la zona), ¡Olmert asesino! y otras infamias. Motivo suficiente, si no fuera por la inoperancia de ZP, para lanzar sobre ellos todo el peso de la fuerza pública.
El problema del Gobierno no son ya sus contradicciones, ni siquiera el acoso laicista a una España creyente, sino que, en la guerra de Gaza, se ha puesto del lado de Hamas, una organización terrorista cuyo fin declarado es la destrucción de Israel y expulsión de los judíos al mar.
Los progres, por ignorantes, están haciéndole el juego a quienes pretender traer la yihad a España. Parecen haber olvidado que nuestro suelo patrio estuvo ocho siglos ocupado por los seguidores de Mahoma, quienes no dudaron en erradicar la fe en Cristo y María Santísima.
Ante la ignorancia, la historia vuelve a repetirse. Hace unos días un representante político, al grito de ¡muerte a los judíos!, se atrevió a quemar la estrella de David (que hermosamente engalana la bandera de Israel) en Alcalá de Guadaira, mientras era coreado por un grupúsculo de estalinistas de la peor estirpe y gentuza laica de varias añadas. A ellos se habían unido inmigrantes árabes que, lejos de adaptarse a las costumbres de nuestro país, proferían el consabido grito de guerra (santa) ¡Alá es grande! (en su idioma islámico claro). Así está el pueblo, convertido por obra y gracia de las hordas progres e islámicas en una suerte de Al-Qaida Guadaira.
La Semana Santa del año pasado pude experimentar la mayor sensación de fe y pasión de toda una vida, y le pedí al Creador, Jesús del Gran Poder, que me diera muchos años más para volver a sentir lo mismo. Un costalero, de los que mejor acompañan al paso en su singular recorrido por San Lorenzo, me confesó que no se había cambiado desde la Semana Santa anterior (era su promesa); no sólo le expresé mi admiración como cristiano sino que pude percibir el sudor de fe que de él emanaba. Una prueba más de la devoción cristiana de la España del Sur tan amenazada por las veleidades progres y el extremismo islamista, que ya quiso atentar contra nuestra Semana Grande en 2004.
Yo, que soy liberal y no comulgo con los autoritarismos, no puedo dejar de reconocer las virtudes (en lo religioso que no lo político) del anterior régimen que, guiado por el espíritu de la ínclita Isabel I de Castilla (La Católica para quien no lo sepa), logró situar nuestra fe en su justo lugar. Quienes ahora, porque está de moda, critican a Israel con saña están impidiendo que, en un futuro, nuestros hermanos de Sión puedan convertirse a nuestra fe y abrazar a Jesús del Gran Poder como Dios único y verdadero.
Debe ser que, como en el chiste de Gandía, le echaron algo de aliño al incensario.
oatrassssssssssssss! pues va a ser eso, porque aun con su beateria este señor ha intentado pasar hasta ahora por liberal.
o que al final acaba saliendo el pelo de la dehesa…
Me apunto a la hipótesis del aliño al incensario. Pero me temo, por los términos y argumentos que nuestra reacción maneja y a los que Carlos colón se apunta, que se trate de montar ruido sobre los tópicos de los «liberales» en boga.