Las madres y padres del CEIP Arias Montano llevan tiempo reivindicando un grave problema que afecta al centro: la escasa sombra que tiene su patio. Según entiende la asociación, dicha falta de sombra hace inutilizable el patio como zona de recreo la mitad del curso escolar, debido a las altas temperaturas. Además, el patio del centro también se usa fuera del horario escolar, para actividades extraescolares, en el servicio de comedor, y en otras actividades organizadas por su Distrito.
El equipo directivo lleva solicitando una solución desde hace años, con el apoyo del Consejo Escolar. Se han recogido más de 700 firmas de la comunidad educativa y se ha planteado el problema en reuniones del Distrito, sin conseguir una solución.
Al respecto de este asunto, el periodista Ángel Fernández Millán ha publicado un artículo en El Correo de Andalucía, que reproducimos a continuación:
Problemas que no deben quedar en la sombra
La manifestación de los padres y las madres del colegio público “Arias Montano” de Sevilla para pedir “Sombra Ya” en el patio de su centro el pasado miércoles, 8 de junio, vuelve a poner de actualidad un problema que todos los años se plantea en los pueblos y ciudades de Andalucía al apretar el calor.
La AMPA del colegio sevillano afirma en su comunicado que los peritos municipales que evaluaron el coste del proyecto para dar sombra a los patios cifraron su importe en 719.000 euros, una cifra que contrasta con los presupuestos de 22.000 y 40.000 euros presentados por los padres.
Lo que sorprende en el debate abierto por esta reivindicación es que no se pongan encima de la mesa opciones sostenibles como la instalación de pérgolas con paneles solares fotovoltaícos, que transforman la debilidad actual en una fortaleza al poderse recuperar la inversión en pocos años y reducir la factura energética del colegio.
Mientras que las asociaciones de comerciantes sí han conseguido que se instalen velas y toldos para que las calles peatonales tengan sombra y faciliten las compras de vecinos, turistas y visitantes, la mayoría de las zonas de juego infantiles de las plazas de nuestras ciudades no se pueden utilizar durante las horas de sol porque las rampas de los toboganes y los asientos de los columpios achicharran el trasero de los pequeños.
Los niños y las personas mayores, que son los colectivos que más usan el mobiliario urbano de calles y plazas, parece que no son un grupo de presión ciudadana con fuerza suficiente para influir en las decisiones municipales a la hora de diseñar y adaptar el urbanismo al cambio climático y a la necesaria transición energética a una economía baja en carbono.
Es una verdadera lástima que las demandas reales y cotidianas de la gente aparezcan muy poco en los debates de una campaña electoral que salta de anécdota en anécdota y se ha convertido en una exaltación permanente de ocurrencias y pamplinas.
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