La Universidad de Sevilla se apresta al enésimo cambio de estatutos de los últimos 25 años. Más parece que necesite un cambio de rumbo que de leyes. La universidad es autónoma en sus decisiones; pero las necesidades de la sociedad sevillana no se solucionan con autonomía universitaria. La inadecuación entre la demanda del mercado laboral y la oferta de titulaciones, la escasez de conocimiento científico transmitido al sector productivo, la reducida generación de conocimiento de repercusión universal, han de ser las auténticas preocupaciones. Lo peor es que los universitarios nos creemos dueños de «nuestra» universidad, y Sevilla que arree…
Lo público no es denadie, según parecen creer tanta gente ¿Hay algún profesor que se preocupe por el gasto que él mismo hace innecesariamente crecer? ¿algún alumno que se presente voluntario a tareas por el bien colectivo?
La autonomía en este contexto de irresposabilidad es una pamplina. Si la pagamos todos que se haga aquello que a todos beneficie.
Lo público no es denadie, según parecen creer tanta gente ¿Hay algún profesor que se preocupe por el gasto que él mismo hace innecesariamente crecer? ¿algún alumno que se presente voluntario a tareas por el bien colectivo?
La autonomía en este contexto de irresposabilidad es una pamplina. Si la pagamos todos que se haga aquello que a todos beneficie.