En la antigua Grecia los ciudadanos que no se implicaban en las actividades políticas ni colaboraba en la toma de decisiones era considerado un “IDIOTA”
Lectura pública de textos relacionados con la participación en la actividad pública el domingo 16 de mayo en Plaza Nueva, Sevilla a las 20:00
1- LA IDIOTEZ DEL HOMBRE MODERNO (video de la lectura)
2 – EL DISCURSO DE GETTYSBURG (video de la lectura)
3 – DE LA ASOCIACIÓN POLÍTICA EN ESTADOS UNIDOS (video de la lectura)
4 – ROUSSEAU Y LA CIUDADANÍA (video de la lectura)
5 – LA CRISIS SOCIAL COMO UNA OPORTUNIDAD (video de la lectura)
6 – Prospecto que anuncia la salida del “SEMANARIO PATRIÓTICO” (video de la lectura)
7- EDUCACIÓN DE CIUDADANOS (video de la lectura)
8 – SEVILLA DESDE DENTRO Y DESDE FUERA (video de la lectura)
9 – LOS PRESOS OLVIDADOS (video de la lectura)
10 – POLÍTICA PARA TODOS (video de la lectura)
LA IDIOTEZ DEL HOMBRE MODERNO
Hay cada vez más evidencias de que lo que distingue hoy la vida pública es la supremacía de lo idiota
En la Grecia antigua, el vivir político era en y para la polis, el vivir asociado. Para Aristóteles, el hombre era un zoon politikón, aquel que vive y se realiza en la polis. En cambio, el hombre “no político” era considerado un idion (ser carente), defecto que encuentra su significado, precisamente en la falta de adquisición o en la pérdida de su asociación con la polis, un hombre privado que carece de cualquier talento y vocación para desempeñarse en el foro; aquel que cree innecesaria la sociedad para su existencia, el hombre al que la comunidad le tiene sin cuidado.
Siguiendo la línea del pensamiento griego, la idiotes puede entenderse como lo opuesto a polites, pues, hombre y ciudadano significaban exactamente lo mismo, lo que no quiere decir que aquél no gozara de libertad individual en lo tocante a un espacio privado, pero esta noción, entendida como tal, no adquiere sentido sino hasta el romano y su privatus. En latín, privatus, significa “privado” (del verbo privare, privar de algo), y el término se empleaba para designar una existencia incompleta e imperfecta en relación con la comunidad.
Actualmente cuando a una persona que se jacta de ser apolítico o de no tener mayor interés en los asuntos públicos, se le hace saber el uso correcto de este adjetivo, le resultará —cuando menos— incómodo el reconocer que “el que no hace política es un idiota”. Esto, a sabiendas que no se trata de un invento moderno, sino de la Grecia democrática, a la que algunos personajes de corte liberal y defensores de sus instituciones les fascina arengar, pero que no hacen más que promover la idiotes en su clásica acepción. Hay cada vez más evidencias de que lo que distingue hoy la vida pública es la supremacía de lo idiota —y aquí sí— considerando los 2 significados que tiene la palabra: el idion clásico de Aristóteles, el de aquel que ha dado la espalda a la vida pública, el opuesto o contrario al ciudadano; y también el que designa a aquellas personas de escaso raciocino, de muy limitada inteligencia… ¡vamos!, al carente de instrucción.
Pareciera que el hombre moderno no puede dedicarle su tiempo y energía al ejercicio de sus derechos políticos, pero sí al de sus derechos privados, basados en una concepción errónea de los derechos individuales que surgen entre los hombres a partir del pacto social. Es el ocaso del deber cívico y político, bajo el supuesto, idiota por lo demás, que si a mí me va bien, al resto también.
Para revertir, pues, la idiotes que invade la vida pública de los ciudadanos y de nuestras instituciones en las sociedades modernas habrá que levantar el estandarte de la responsabilidad y la participación del ciudadano en el quehacer social, pues si se otorga a todos la facultad de hacer lo que se les antoje:
…entonces sorprenderemos en flagrante al justo, recorriendo los mismos caminos que el injusto, impulsado por el interés propio, finalidad que todo ser está dispuesto por naturaleza a perseguir como un bien, aunque la ley desvíe por fuerza esta tendencia y la encamine al respeto de la igualdad.
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Autor: Rodrigo González Sandoval
http://www.abogadocorporativo.com.mx/pdf/num15/85-8LaIdiotez.pdf
arenga.
(Quizá del prov. arenga, y este del gót. *harihrĭng, reunión del ejército, de harjis, ejército, y *hrĭng, círculo, corro de gente). 1. f. Discurso pronunciado para enardecer los ánimos. U. t. en sent. fig.
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EL DISCURSO DE GETTYSBURG
Fue pronunciado por Abraham Lincoln en la Dedicatoria del Cementerio Nacional de los Soldados en la ciudad de Gettysburg, en Pensilvania, Estados Unidos de América, el 19 de noviembre de 1863, cuatro meses y medio después de la Batalla de Gettysburg durante la Guerra Civil Norteamericana.
Las pocas palabras selectas de Lincoln resonaron a través de la nación y a través de la historia, desafiando la propia predicción de Lincoln de “que el mundo notará poco, ni mucho tiempo recordará lo que decimos aquí”. Su influencia ha sido tan grande, no sólo en los Estados Unidos, sino en el resto del mundo, que la fórmula del «gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo» para definir la democracia ha sido adoptada incluso en el artículo 2º de la Constitución de la V República Francesa.
TEXTO DEL DISCURSO
Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.
Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como último lugar de descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido más amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han consagrado ya muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restarle algo. El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí decimos, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que aquí lucharon, hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que, de estos muertos a los que honramos, tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida completa de celo. Que resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra.
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Abraham Lincoln (12 de febrero de 1809 – 15 de abril de 1865) fue el decimosexto Presidente de los Estados Unidos y el primero por el Partido Republicano.
Como un fuerte oponente de la expansión de la esclavitud en los Estados Unidos, Lincoln ganó la nominación del Partido Republicano en 1860 y fue elegido presidente a finales de ese año. Introdujo medidas que dieron como resultado la abolición de la esclavitud, con la emisión de su Proclamación de Emancipación en 1863 y la promoción de la aprobación de la Decimotercera Enmienda a la Constitución en 1865.
Al finalizar la guerra, Lincoln estableció la reconstrucción, tratando de unir rápidamente al país a través de una generosa política de reconciliación. Su asesinato en 1865 fue el primer magnicidio en Estados Unidos.
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DE LA ASOCIACIÓN POLÍTICA EN ESTADOS UNIDOS
En los Estados Unidos no hay nada que la voluntad humana desespere de lograr por medio de la libre acción del poder colectivo de los individuos.
El habitante de los Estados Unidos aprende al nacer que tiene que apoyarse en si mismo para luchar contra los males y dificultades de la vida; no echa sobre la autoridad social más que una mirada desconfiada e inquieta, y no apela a su poder más que cuando no tiene otro remedio. Esto empieza a percibirse en la escuela, donde los niños se someten, hasta en sus juegos, a reglas establecidas por ellos y castigan por sí solos los delitos por ellos mismos definidos.
El mismo espíritu se encuentra en todos los actos de la vida social. Surge un obstáculo en la vía pública, el paso se interrumpe, la circulación se para; inmediatamente los vecinos se constituyen en cuerpo deliberante; de esta improvisada asamblea saldrá un poder ejecutivo que remediará el mal antes de que a ninguno de los interesados se le pase por la imaginación la idea de una autoridad preexistente. Si se trata de alguna fiesta, todos se asociarán para dar a ésta mayor espectáculo y regularidad. La gente se une, en fin, para resistir a enemigos puramente intelectuales; se combate en común la intemperancia.
Una asociación consiste únicamente en la adhesión pública de un cierto número de individuos a tales o cuales doctrinas, y en el compromiso que contraen de contribuir en determinada forma a hacerlas prevalecer. Así, el derecho de asociación casi se confunde con la libertad de prensa, pero ya la asociación posee un mayor poder que la prensa.
El derecho de asociación constituye allí una importación inglesa y existe en América desde los primeros tiempos. El uso de este derecho está incorporado hoy a hábitos y costumbres. A través de él los hombres se ven, se maquinan medios de ejecución, y las opiniones se despliegan con esa fuerza y ese calor que jamás puede alcanzar el pensamiento escrito.
En nuestra época, la libertad de asociación se ha convertido en una garantía necesaria contra la tiranía de la mayoría. La omnipotencia de la mayoría me parece un peligro tan grande para las repúblicas americanas, que el arriesgado medio de que se valen para limitarlo constituye, en mi opinión, un bien.
Las malas inclinaciones de una sociedad democrática se curan con las herramientas de la democracia política liberal: gobierno limitado y responsable, división de poderes, descentralización y, sobre todo, una sociedad civil activa que, por medio de sus asociaciones, haga que los individuos aislados y atomizados ante el nuevo Leviatán se doten de la fuerza necesaria para contenerlo.
Alexis de Tocqueville
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Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville (* 29 de junio de 1805, Verneuil-sur-Seine (Isla de Francia) — †16 de abril de 1859, Cannes), fue un pensador, jurista, político e historiador francés, uno de los más importantes ideólogos del liberalismo. Su obra está basada en sus viajes a Estados Unidos, y es una referencia obligada para entender ese país, en particular durante el siglo XIX. Se considera como uno de los defensores históricos del liberalismo y de la democracia.
El liberalismo es un sistema filosófico, económico y político, que promueve las libertades civiles; se opone a cualquier forma de despotismo, suscitando a los principios republicanos, siendo la corriente en la que se fundamentan la democracia representativa y la división de poderes.
intemperancia.(Del lat. intemperantĭa). 1. f. Falta de templanza.
leviatán. (Del lat. bíblico Leviathan, y este del hebr. liwyātān). 1. m. Monstruo marino fantástico. 2. m. Cosa de grandes dimensiones y difícil de controlar. Este Estado es un leviatán.
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ROUSSEAU Y LA CIUDADANÍA
Todas mis pequeñas pasiones fueron ahogadas por el entusiasmo de la verdad, de la libertad y de la virtud.
Jean-Jacques Rousseau nació en 1712 en Ginebra, lugar muy significativo porque en el siglo XVIII era una pequeña ciudad de alrededor de 25.000 habitantes, una especie de polis griega pero sin esclavos. Su vida se desarrolló en Francia, donde entabló amistad con Diderot, que en 1749 fue encarcelado por sus ideas antirreligiosas y Rousseau, como muestra de su amistad, decidió recorrer a pie los más de 9 kilómetros que distaban del castillo de Vincennes para visitarle. Durante el trayecto, leyendo el periódico Mercure de France, vio un anuncio que convocaba el premio de ensayo de la Academia de Dijon, que debía versar sobre el siguiente tema: “Si el progreso de las ciencias y de las artes ha contribuido a corromper o a depurar las costumbres”.
Su reacción aparece recogida en su autobiografía “Las confesiones”:
Nada más leerlo, vi un universo distinto y me volví otro hombre… Al llegar a Vincennes, me encontraba en una agitación rayana en el delirio… Mis sentimientos se acomodaron con la rapidez más inconcebible al tono de mis ideas. Todas mis pequeñas pasiones fueron ahogadas por el entusiasmo de la verdad, de la libertad y de la virtud.
A partir de aquí su vida cambió. Escribió un ensayo en el que abordaba la corrupción de las costumbres, y se alzó con el premio. Este acontecimiento no sólo le convirtió en un personaje famoso, sino que le hizo convencerse de que poseía una percepción única sobre la decadencia de la sociedad europea moderna. En sus escritos políticos analiza varias nociones y en particular las de libertad, igualdad y fraternidad que tanto influirían en la Revolución francesa, siendo su más ferviente discípulo Robespierre, el que acuñó este lema trimembre para aglutinar todos los objetivos de la Revolución.
Para Rousseau:
Cuanto mejor constituido está el estado, más se imponen los asuntos públicos sobre los privados en el espíritu de los ciudadanos. Hay, incluso, muchos menos asuntos privados, porque al proporcionar la suma del bienestar común una porción más considerable al de cada individuo, le queda menos que buscar en los afanes particulares En una ciudad bien guiada todos vuelven a las asambleas. Tan pronto como alguien dice de los asuntos del estado: “¿A mí qué me importa?”, hay que contar con que el estado está perdido.
Derek Heater. Ciudadanía: una breve historia. Alianza Editorial.
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Jean-Jacques Rousseau (28 de junio de 1712, *Ginebra, Suiza – 2 de julio de 1778, Ermenonville, Francia) fue un escritor, filósofo y músico definido como un ilustrado, siendo parte de sus teorías una reforma a la Ilustración y prefigurando al posterior Romanticismo.
Las ideas políticas de Rousseau influyeron en gran medida en la Revolución francesa, el desarrollo de las teorías republicanas y el crecimiento del nacionalismo. Su herencia de pensador radical y revolucionario está probablemente mejor expresada en sus dos más célebres frases, una contenida en El contrato social: «El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado»; la otra, contenida en su Emilio o de la Educación: «El hombre es bueno por naturaleza», de ahí su idea de la posibilidad de una educación.
trimembre. (Del lat. trimembris). adj. De tres miembros o partes
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LA CRISIS SOCIAL COMO UNA OPORTUNIDAD
El reto para los independientes es pasar de la política como negación y rechazo a la política como proceso de construcción colectiva, así, Medellín pasó del miedo a la esperanza.
A principio del siglo XXI, la situación social de la ciudad de Medellín (Colombia) se caracterizaba por presentar desigualdades sociales muy profundas. El factor de integración social que antaño constituía el sistema educativo se convirtió en un factor de división y discriminación, ya que la diferencia entre la educación privada y la pública era abismal, y las consecuencias, en la era de la información y el conocimiento, son dramáticas: más desigualdades y por lo tanto más injusticia.
Un ciudadano de Medellín explicaba con un ejemplo esta situación: “Mi hijo Alejandro fue a la guardería desde que tenía un año y medio; Lola, quien trabaja en mi casa, llegó a Medellín de Tadó, Chocó, hace 15 años. La primera vez que el hijo mayor de Lola pisó algo que tuviera que ver con educación, fue a los seis años. Entre el hijo mío y el de Lola hay cuatro años y medio de diferencia en desarrollo, simplemente porque mi hijo nació en mi casa. Esa diferencia para empezar en el sistema educativo es muy difícil de recuperar, ahí comienzan las desigualdades y las diferencias sociales…”.
A este panorama social se añadía la presencia del narcotráfico que supuso una era de violencia que nadie jamás imaginó. Se le vio el rostro a la destrucción, la muerte entró a todos los rincones de la ciudad y se estremecieron los cimientos de la sociedad. Medellín se convirtió en la ciudad más violenta de la tierra.
Como respuesta a esta situación crítica este mismo ciudadano expresó las siguientes ideas:
“A riesgo de parecer ingenuo, considero que las condiciones que vivimos son, precisamente, las ideales para organizar un nuevo movimiento político. […] Es urgente identificar algunos puntos básicos de convergencia para que en ese universo inmenso y heterogéneo de los llamados independientes, sirvan de plataforma para organizar un movimiento consistente, que no sea el efímero fruto de una coyuntura especial que desaparece sin gloria, después de la emoción del momento. […] Romper el esquema de la política tradicional es sumamente difícil y son pocas las oportunidades que se presentan. El reto para los independientes es pasar de la política como negación y rechazo a la política como proceso de construcción colectiva. Si no se da este salto, seguiremos navegando entre emociones, esperando que un día la fortuna nos sonría y cambie el rumbo de nuestras vidas, para luego constatar, una vez más, que a la suerte hay que ayudarle”
En poco tiempo este ciudadano se perfiló como posible punto de convergencia, dada la identificación de muchos de los grupos independientes con su pensamiento. Y a la pregunta de ¿Cómo conseguir votos? el grupo llegó a una conclusión: la gente sale de la casa, y en consecuencia nos correspondía ir a buscarla. Así, salimos a caminar a Medellín, con entusiasmo, sin intermediarios, reconocimos todos y cada uno de sus rincones, repartimos volantes, estrechamos manos, miramos a los ojos, vimos todos los rostros posibles, aprendimos a escuchar y a reconocer las angustias y las aspiraciones de nuestra gente, descubrimos el sentido de la dignidad de nuestras comunidades. La audiencia crecía y cada día encontrábamos más personas que tímidamente se acercaban a trabajar en nuestra campaña. Esta forma de entender y hacer la actividad política nos sirvió para enriquecer nuestra propuesta y, a partir de la cercanía con la gente, construir el que sin duda ha sido nuestro mayor capital político: Confianza.
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“Sergio Fajardo Valderrama era un intelectual que opinaba sobre los asuntos de Medellín y que había intervenido en dos campos muy concretos: el de la educación y el de la paz. Todo confluyó hacia él porque además de conocer estos temas, tenía conexión con el sector empresarial. Y ahí hay una cosa muy interesante alrededor de la forma como se fue construyendo el discurso político de Compromiso Ciudadano (la coalición electoral): no llegó estructurado desde el lenguaje de la izquierda, ni desde el Partido Conservador, o la socialdemocracia. Aparecieron diferentes actores, cada uno con sus conceptos, y se fue configurando alrededor de las necesidades de Medellín para hacer política y gobernar, llegar al poder y hacer las transformaciones que se necesitaban”.
www.sergiofajardo.com
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Prospecto que anuncia la salida del “SEMANARIO PATRIÓTICO”
Septiembre de 1808
La opinión pública es mucho más fuerte que la autoridad malquista y los ejércitos armados. Ésta es la que ha hecho nacer las circunstancias extraordinarias en que nos vemos los Españoles: la que derribó al Favorito insolente que por veinte años estuvo insultando a la Nación, la que puso en el trono a un Príncipe idolatrado del pueblo que veía en él un compañero de su opresión, y el árbol de su esperanza; y la que ha producido los prodigios de valor, que con espanto y admiración de Europa acaban de obrar nuestras Provincias.
La opinión es la que coronará nuestros esfuerzos con la independencia y la soberanía que íbamos a perder, y ella en fin consolidará nuestra fortuna con una organización interior, que nos ponga a cubierto por mucho tiempo de los males que hemos sufrido… y para ello no hay mejores medios que los que proporciona la imprenta en los papeles periódicos; destinados por su naturaleza a excitar, sostener y guiar la opinión pública.
Convencidos de estos principios, y ansiosos de servir a la causa pública, algunos Españoles estudiosos, que nunca han envilecido su profesión consagrándola a la adulación y a la mentira, se han determinado a emprender un Periódico dirigido a fomentar el espíritu público. Este Periódico será un Semanario Patriótico, título que manifiesta las épocas de su publicación, y el objeto primario a que se dirige.
En él se hablará de las reformas que se intenten establecer en nuestro gobierno interior, con aquel respeto que se debe a la autoridad, pero también con aquella franqueza decorosa que corresponde a nuestra situación y al interés de la verdad y del público. Porque tenemos por principio, que los papeles periódicos bien dirigidos deben ser antorchas para alumbrar a los pasajeros, no tizones para encender el desorden ni la discordia.
Así este nuestro Semanario podrá ser considerado como unos Anales donde estén depositados los hechos memorables de la crisis presente; y de ellos podrá valerse el historiador que algún día quiera hacer un cuadro digno de la posteridad, para servir de escarmiento a las naciones que se olvidan de sí mismas.
En una época tan crítica como la presente, en que se abre a la Nación una perspectiva tan grande y tan nueva, todos debemos ser soldados en el hecho, en los esfuerzos, en los sacrificios y en los deseos; todos debemos ensanchar la esfera de nuestra actividad, y consideramos como hombres muy diversos y muy superiores de lo que éramos hace seis meses. La nación será así mucho más grande; porque la naturaleza de las cosas dice, y la experiencia de los siglos lo tiene acreditado, que los Estados son tanto más grandes y más fuertes cuanto más grandes y fuertes son sus individuos.
Bajo este punto de vista, la indiferencia hacia las noticias públicas, hacia los conocimientos relativos a los intereses generales de la patria, hacia los medios que contribuyan a su independencia y a su felicidad interior, sería una especie de delito que no puede concebirse en ningún buen español; por lo mismo es necesario proporcionar con la publicación de esta clase de papeles el alimento pronto y continuado que necesitan la exaltación de los ánimos, y la urgencia de las circunstancias.
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El Semanario Patriótico fue fundado por Manuel José Quintana en 1808 y editado por él en su primera etapa madrileña de aquel mismo año. Su intención fue la de difundir en la España patriótica las nuevas ideas democráticas de la monarquía constitucional y alentar la convocatoria de las Cortes Constituyentes que se reunirían en la isla de León y después en Cádiz en 1810. Quintana encargó la edición de la segunda etapa -la sevillana- del Semanario a José María Blanco y a Isidoro Antillón, el primero para los asuntos políticos y el segundo para la descripción de la campaña del ejército patriótico contra Napoleón.
La «Parte política» del Semanario, redactada por Blanco, constituye la primera exposición periodística de las ideas liberales que se da a conocer en España. Antillón, por su parte, hace una descripción patriótica pero objetiva de la lucha militar.
prospecto. (Del lat. prospectus, de prospicĕre, mirar, examinar). 1. m. Papel o folleto que acompaña a ciertos productos, especialmente los farmacéuticos, en el que se explica su composición, utilidad, modo de empleo, etc. 2. m. Exposición o anuncio breve que se hace al público sobre una obra, un escrito, un espectáculo, una mercancía, etc.
malquistar. (De malquisto). tr. Indisponer o enemistar a alguien con otra u otras personas. Lo malquistaron con el ministro. U. t. c. Prnl
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EDUCACIÓN DE CIUDADANOS
La verdadera educación no sólo consiste en enseñar a pensar sino también en aprender a pensar sobre lo que se piensa.
Educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima, en que hay cosas (símbolos, técnicas, valores, memorias, hechos…) que pueden ser sabidos y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento.
Lo propio del hombre no es tanto el mero aprender como el aprender de otros hombres, ser enseñado por ellos. Nuestro maestro no es el mundo, las cosas, los sucesos naturales, ni siquiera ese conjunto de técnicas y rituales que llamamos cultura sino la vinculación intersubjetiva con otras conciencias.
En su choza de la playa, Tarzán quizá puede aprender a leer por sí solo y ponerse al día en historia, geografía o matemáticas utilizando la biblioteca de sus padres muertos, pero sigue sin haber recibido educación humana que no obtendrá hasta conocer mucho después a Jane, a los watuzzi y demás humanos que se le acercarán… a la Chita callando. Éste es un punto esencial, que a veces el entusiasmo por la cultura como acumulación de saberes (o por cada cultura como supuesta identidad colectiva) tiende a pasar por alto. Por decirlo de una vez: el hecho de enseñar a nuestros semejantes y de aprender de nuestros semejantes es más importante para el establecimiento de nuestra humanidad que cualquiera de los conocimientos concretos que así se perpetúan o transmiten.
La verdadera educación no sólo consiste en enseñar a pensar sino también en aprender a pensar sobre lo que se piensa y este momento reflexivo -el que con mayor nitidez marca nuestro salto evolutivo respecto a otras especies- exige constatar nuestra pertenencia a una comunidad de criaturas pensantes. Todo puede ser privado e inefable -sensaciones, pulsiones, deseos…- menos aquello que nos hace partícipes de un universo simbólico y a lo que llamamos “humanidad”.
La realidad de nuestros semejantes implica que todos protagonizamos el mismo cuento: ellos cuentan para nosotros, nos cuentan cosas y con su escucha hacen significativo el cuento que nosotros también vamos contando. Nadie es sujeto en la soledad y el aislamiento, sino que siempre se es sujeto entre sujetos. Antes que nada, la educación es la revelación de los demás, de la condición humana como un concierto de complicidades irremediables.
El proceso de enseñanza nunca es una mera transmisión de conocimientos objetivos de destrezas prácticas, sino que se acompaña de un ideal de vida y de un proyecto de sociedad. Por ello, la educación debe ser universal y universalizadora: cada cual es lo que demuestra con su empeño y habilidad que sabe ser, no lo que su cuna –esa cuna biológica, racial, familiar, cultural, nacional, de clase social, etc…- le predestina a ser según la jerarquía de oportunidades establecida por otros. En este sentido, el esfuerzo educativo es siempre rebelión contra el destino, sublevación contra el fatum: la educación es la antifatalidad, no el acomodo programado a ella… para comerte mejor, según dijo el lobo pedagógicamente disfrazado de abuelita.
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Texto extraído del libro “El valor de educar” de Fernando Savater.
Fernando Fernández-Savater Martín (San Sebastián, 21 de junio de 1947) es un filósofo, activista y escritor español. Novelista y autor dramático, destaca en el campo del ensayo y el artículo periodístico. Premio Planeta de novela 2008 con La hermandad de la buena suerte.
Fatum: hado. (Del lat. fatum). 1. m. En la tradición clásica, fuerza desconocida que obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos. 2. m. Encadenamiento fatal de los sucesos
inefable. (Del lat. ineffabĭlis, indecible). 1. adj. Que no se puede explicar con palabras.
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SEVILLA DESDE DENTRO Y DESDE FUERA
Lo peor de Sevilla es el sevillanismo. Al volver ahora sobre el tema de la ciudad después de unos años de alejamiento lo que más me desagrada de ella es su exaltación, sobre todo la exaltación literaria. Sevilla está demasiado hecha, demasiado trabajada. Dejémosla estar. La única manera de no torcer su sentido será no pretender interpretarlo. No añadirle cosas; dejarla desnuda; cuanta menos literatura mejor.
Sevilla está a punto de perderse otra vez por culpa de la literatura. Es lástima; ahora que estaba tan neta, tan recortada, tan ajena a sí misma, tan abstraída, tan libre…
Y sea esto ahora que digo como una disculpa por haber contribuido en algo a esas mixtificaciones.
El sevillano da la impresión de estar muy satisfecho de sí mismo, muy orgulloso, muy contento. No necesita más de lo que tiene. Es frugal en sus necesidades espirituales como en sus comidas. En lo espiritual le basta con sus reservas orgánicas- la tradición- y ahora con esa difusa aspiración del hispanoamericanismo. Nunca miraremos con bastante recelo el hispanoamericanismo.
Debe tenerse el fundado temor de que esos esfuerzos que se dirigen a América sean estériles. Aunque esté en Sevilla el registro civil de los pueblos americanos, aunque se nos haya otorgado el pomposo título de Metrópoli espiritual de Indias, aunque el Estado nos haya concedido ese sugestivo Colegio Mayor Hispanoamericano, nada se habría hecho ¿Por qué?
Porque no estamos en ruta. Sevilla, metida en sí, dedicada a su propio culto, se va quedando fuera de la órbita de la civilización. Esa órbita no es hoy la misma que en el siglo XVI. Las corrientes espirituales del Nuevo al Viejo Continente no pasan ya por nuestra Casa Lonja ni por nuestra Casa de Contratación. América sigue enviando a Europa ya que no su oro, sus juventudes, pero el camino es otro; se va directamente a las ciudades que se hallan en la ruta de la civilización; no se llega hasta Sevilla; se toca en Vigo, para seguir al Havre, Liverpool y Hamburgo.
Claro que el imperativo geográfico podría vencerse. Nuestra inquietud, nuestra curiosidad, nuestros esfuerzos por atraernos la cultura moderna de Occidente nos pondrían en ruta. Pero hacemos precisamente lo contrario; nos quedamos mirándonos el ombligo y cada día nos aislamos y nos empozamos más.
Como somos un pueblo viejo y trabajado este alejamiento de la vida culta de Europa es casi imperceptible. Conservamos un remedo de espiritualidad. Pero lo cierto es que de la vida intelectual no nos queda más que lo que les resta, ya al final, a las religiones viejas: la liturgia.
Entretenida y halagada con esta liturgia nuestra pereza mental, nos vamos engañando y cuando alguien se empeña en mostrarnos el desolado panorama de esta inmensa dehesa de nuestra ignorancia no consigue otra cosa que irritarnos. Para no hablar en cuenta propia. He aquí un caso.
He visto el último número de la revista alemana Der Querschnitt dedicado por completo a España. Con más o menos fidelidad y perspicacia se trata en este ejemplar de Der Querschnitt de los principales valores españoles. Solo al final aparece una vez el nombre de Sevilla. Es una breve impresión del redactor de la revista que traducida literalmente dice así:
“Sevilla es un paraíso para literatos. Dedica al placer quinientas tabernas y a la inteligencia una sola librería. En esta única librería que hay en Sevilla los dos intelectuales de la ciudad, Pedro Salinas y Ramón Carande, encargaron cada uno un ejemplar de poesías de Rafael Alberti, premiado en el último Concurso Nacional de Literatura. Cuando fueron ambos a la librería para recoger sus ejemplares se vieron sorprendidos con el hecho de que en vez de los dos que habían encargado hubiese tres. ¿Cómo era aquello?
Sería posible que en Sevilla hubiera alguien a quien interesasen las poesías de Alberti? Salinas y Carande se quedaron en la librería con la esperanza de conocer a la persona que habría de recoger el tercer volumen. Ya tarde, se presentó aquel a quien esperaban. Era un señor de Zaragoza”
Esto, que aún no hace más que unos días que se ha publicado en revista de tanta importancia mundial como Der Querschnitt no es toda la verdad sobre Sevilla. Pero a nuestro pesar, es una parte de la verdad.
Manuel Chaves Nogales Mediodía. Nº 1. Sevilla, junio de 1926
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LOS PRESOS OLVIDADOS
Abrid el periódico cualquier día de la semana y encontraréis una noticia de cualquier parte del mundo sobre alguien que ha sido detenido, torturado o ejecutado porque sus opiniones o su religión son inaceptables para su gobierno. Ello provoca un desagradable sentimiento de impotencia. Sin embargo, si estos sentimientos desagradables de todo el mundo se pudieran unir en una acción común, se podría hacer alguna cosa efectiva.
El 1945, los miembros fundadores de las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
Artículo 18.- Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho comporta la libertad de cambiar de religión o de convicción y la de manifestarlas individualmente o en común, en público y en privado, mediante la enseñanza, la predicación, el culto y el cumplimiento de ritos.
Artículo 19.- Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; esto comporta el derecho a no ser molestado por causa de sus opiniones y el de buscar, recibir y difundir las informaciones y las ideas por cualquier medio de expresión y sin consideración de fronteras.
Hay una tendencia creciente en todo el mundo en el sentido de disfrazar los verdaderos motivos por los que los «no conformistas» son encarcelados. En España, los estudiantes que distribuyen octavillas pidiendo el derecho a reunirse para discutir asuntos corrientes son acusados de «rebelión militar». En Hungría, los curas católicos que han intentado mantener los coros escolares, han sido acusados de «homosexualidad».
Estas acusaciones de tapadillo indican que los gobiernos no son insensibles a la presión de la opinión exterior. Y cuando la opinión mundial se concentra en un punto débil, a veces puede provocar que ceda un gobierno.
Por ejemplo, el poeta húngaro Tybor Dery, fue liberado recientemente, después de la formación de los «Comités Tybor Dery» en muchos países. Y el Profesor Tierno Galván y sus amigos literatos fueron absueltos en España el pasado marzo, después de la llegada de unos importantes observadores extranjeros.
Lo más importantes es movilizar a la opinión pública, rápida y extensamente, es por esto que hemos puesto en marcha el «Llamamiento por la Amnistía, 1961». La campaña que se abre hoy es el resultado de una iniciativa de un grupo de abogados, escritores y editores de Londres que comparten la convicción expresada por Voltaire: «Detesto tus opiniones pero estoy dispuesto a morir por defender tu derecho a expresarlas».
Hemos abierto una oficina en Londres para recoger información sobre los nombres y condiciones de los que hemos decidido llamar «Presos de Conciencia» y hemos hecho esta definición: «Cualquier persona que esté físicamente limitada (encarcelada o por otro motivo) a expresar (verbalmente o por otras formas de expresión) cualquier opinión que ella misma honestamente mantenga y a través de la cual no defienda o justifique violencia personal».
El éxito de la «Campaña de Amnistía 1961» depende de hasta qué punto es posible animar a la opinión pública.
Cualquier grupo es bienvenido a formar parte si está dispuesto a condenar la persecución, independientemente de dónde se produzca, quién sea el responsable o cuáles sean las ideas reprimidas. Inevitablemente, la mayor parte de las acciones que pide Amnistía sólo pueden ser realizadas por los gobiernos, pero la experiencia demuestra que hay direcciones que estos gobiernos están dispuestos a seguir, si es la opinión pública quien las lidera. La presión de la opinión comportó hace cien años la emancipación de los esclavos. Es el momento de pedir la libertad del espíritu, la misma que se ganó entonces para el cuerpo.
Extracto del artículo de prensa escrito por Peter Benenson, creador de Amnistía Internacional, el 28 de mayo del 1961.
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Palabras de Irene Khan tras la muerte de Peter Benenson: “Llevó un rayo de esperanza a la oscuridad de las prisiones, al horror de las cámaras de tortura y a la tragedia de los campos de muerte del mundo. Fue un hombre cuya conciencia brilló en un mundo cruel y espantoso; creía en la capacidad del ciudadano de a pie para generar un cambio extraordinario y con la fundación de Amnistía Internacional nos dio a cada uno de nosotros la oportunidad de hacer que las cosas cambien”.
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POLÍTICA PARA TODOS
En política son los medios los que deben justificar el fin. Albert Camus.
¿Qué diferencia la actitud ética de la actitud política? Las dos son formas de considerar lo que uno va a hacer (es decir, el empleo que vamos a darle a nuestra libertad), pero la ética es ante todo una perspectiva personal, que cada individuo toma atendiendo solamente a lo que es mejor para su buena vida en un momento determinado y sin esperar a convencer a todos los demás de que es así como resulta mejor y más satisfactoriamente humano vivir. En la ética puede decirse que lo que vale es estar de acuerdo con uno mismo y tener el inteligente coraje de actuar en consecuencia, aquí y ahora: no valen aplazamientos cuando se trata de lo que ya nos conviene, que la vida es corta y no se puede andar dejando siempre lo bueno para mañana..
En cambio, la actitud política busca otro tipo de acuerdo, el acuerdo con los demás, la coordinación, la organización entre muchos de lo que afecta a muchos. Y como en cuestiones políticas no sólo se trata de mi vida, sino de la armonía en acción de mi vida con otras muchas, el tiempo de la política tiene mayor extensión.
Resumiendo: los efectos de la acción moral, que sólo depende de mí, los tengo como quien dice siempre a mano. Pero en política, en cambio, debo contar con la voluntad de muchos otros, por lo que a la “buena intención” le cuesta casi siempre demasiado encontrar su camino. En el terreno ético la libertad del individuo se resuelve en puras acciones, mientras que en política se trata de crear instituciones, leyes, formas duraderas de administración.. Mecanismos delicados que se estropean fácilmente o nunca funcionan del todo como uno esperaba.
Es curioso como cambian los tiempos. Cuando yo tenía tu edad, lo obvio era interesarse por la política, emocionarse con las grandes luchas revolucionarias y sentir como propios problemas que pasaban a miles de kilómetros de distancia: la ética, en cambio, la teníamos por cosa medio de curas, poco más que un conjunto hipócrita de melindres pequeñoburgueses… No se admitía otra moral que la de actuar políticamente como es debido; más de uno pensaba aunque quizá sin reconocerlo a las claras –que el buen fin político justifica los medios, por “inmorales” que pudieran parecer a los aprensivos. Pocos aceptábamos la advertencia del gran escritor Albert Camus: “En política, son los medios los que deben justificar el fin”. Ahora, en cambio, es mucho más fácil interesar a los jóvenes en la reflexión moral (aunque tampoco la cosa esté tirada, no te vayas a creer…) que despertarles la curiosidad política. Cada cual tiene más o menos claro que debe preocuparse por sí mismo y, en el mejor de los casos, que es importante procurar ser lo más decente que se pueda; pero de las cosas comunes, de lo que nos afecta a todos, de leyes, derechos y deberes generales….¡bah, ganas de complicarse la vida!
La vida de cada humano es irrepetible e insustituible por lo que sostengo que cada cual tiene derecho a disfrutar su vida del modo más humanamente completo posible, sin sacrificarla a dioses, ni a naciones, ni siquiera al conjunto entero de la humanidad doliente. Pero, por otra parte, para ser plenamente humanos tenemos que vivir entre humanos. O sea, en sociedad. Si me desentiendo de la sociedad humana de la que formo parte seré tan prudente como quien yendo en un avión gobernado por un piloto completamente borracho, bajo la amenaza de un secuestrador loco armado con una bomba, viendo como falla uno de los motores, etc… (puedes añadir si quieres alguna otra circunstancia espeluznante), en lugar de unirse con los restantes pasajeros sobrios y cuerdos para intentar salvarse, se dedicara a silbar mirando por la ventana o reclamara a la azafata la bandeja del almuerzo.
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Un adulto le está contando a un adolescente lo que él piensa de los aspectos éticos y políticos de la vida a través de un libro. El prólogo termina diciendo que el mensaje del libro es un poco agresivo y faltón, porque puede resumirse en tres palabras: ¡no seas idiota!
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